Nando Varela Pagliaro
Empecé a entrevistar
escritores como complemento de Otros
mundos (Melopea, 2012), disco que hice junto a Hijos de Babel con canciones
inspiradas en textos de narradores argentinos contemporáneos. En ese primer
acercamiento mi idea era que tanto las canciones como las lecturas y las
entrevistas con los autores sirvieran como señuelo para acercarse a la
literatura. En un texto a modo prólogo que abría el disco decía: “mi deseo es
que todo este material se convierta en un nuevo aporte a la tarea de fomentar
la lectura”. Luego agregaba una cita de Mempo Giardinelli: “que una persona no
lea es una estupidez, un crimen que pagará el resto de su vida. Pero cuando es
un país el que no lee, ese crimen lo pagará con su historia”. Si bien las
primeras entrevistas fueron hechas en video y pensadas para acompañar a las
canciones, pronto descubrí que al volcarlas al papel, tenía entre manos otro
proyecto y que no debía limitarse sólo a los autores incluidos en el disco. Fue
así como la lista inicial de diez escritores pasó a ser de dieciséis y aunque
como toda selección no deja de ser arbitraria, con el agregado de estos seis
escritores intenté dejar de lado la tiranía del gusto personal para que el
trabajo fuera un poco más representativo de las distintas miradas literarias.
Graciela Speranza en Primera Persona, un libro que de algún
modo ha servido como modelo para este, dice que “el diálogo con un escritor implica una cuota de violencia. Supone
restituir una voz distinta de la que ha elegido para hablar acerca del mundo,
la literatura y, sin duda, acerca de sí mismo”. En esta serie de
conversaciones con escritores hombres prologados por una mujer - la idea es
luego hacer un volumen con escritoras y prólogo de un hombre- he intentado
descubrir esa voz distinta y revelar, entre otras cosas, cómo trabajan; cuál es
su relación con el pasado, con la infancia y con sus primeras pulsiones
literarias; cuál creen que es su lugar en la sociedad; cómo es su relación con
la literatura; qué mirada tienen de la dictadura como hecho narrable; cuánto
influye la mirada de los otros, de la crítica y del público lector; cómo
inciden los talleres de escritura, la universidad y el periodismo como oficio
vecino de la literatura; cuál es la importancia de la imaginación y lo
autobiográfico como partes elementales del proceso creativo; qué motivos
encuentran para leer; cuál es el rol de la televisión, los medios y los suplementos
culturales; qué utilidad tienen los premios literarios; cuál es el papel de los
editores; cómo incorporan las nuevas tecnologías en su escritura y cuáles son
sus límites.
Si con Otros mundos mi intención era fomentar la lectura, con Sólo se trata de escribir tengo la secreta ambición de que algunos de
estos diálogos sirvan para generar nuevas preguntas y nuevas conversaciones. Al
fin de cuentas, la conversación es la expresión
de nuestro modo de pensar.
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