viernes, 20 de mayo de 2011

jueves, 12 de mayo de 2011

La realización del estado de infancia


“La poesía es la realización del estado de infancia que debe permanecer a través de todas las edades del hombre. Y llamo estado de infancia a esa frescura, sensibilidad, disponibilidad, a esa apertura hacia todo lo que aparece; hacia todo lo que parece viejo y es nuevo. Hasta la materia misma puede acceder a lo que llamamos vida, y la poesía es el descubrimiento de la realidad interior de las cosas"
Juanele Ortiz.

martes, 10 de mayo de 2011

Las cosas que nosotros no podemos

A pesar de que cada vez son más
"las cosas que nosotros no podemos",
cada vez estamos más contentos.
Nos encanta saber que podemos vivir
sin todas esas zanahorias
que muchos persiguen,
como conejos famélicos.
No lamentamos ni un poco
quedarnos afuera de esas grandes fiestas
a las que no vamos,
a las que no nos invitan,
porque ya saben
que "nosotros no podemos".
Incluso,
tenemos que reconocer que
somos bastante felices en nuestro mundo,
que para otros quizás
puede ser un mundo trunco,
lleno de privaciones,
de deseos incumplidos.
En cambio, para nosotros no.
Todo lo contrario.
Nosotros disfrutamos
de "tener menos para tenernos más".

lunes, 9 de mayo de 2011

Todo el mundo sabe escribir hipotermia



Juan José Millás

La foto, aparecida en el suplemento que publican conjuntamente EL PAÍS y The New York Times, ilustraba un reportaje sobre el hambre en el mundo. La anciana del turbante agujereado, que quizá no tenga más de 35 años, es somalí y está masticando un pedazo de piel de camello del que no es probable que obtenga ninguna caloría, aunque, si lograra tragárselo, apaciguaría durante unos instantes el motín que se ha producido en sus entrañas. El hambre, que en el estómago de usted o en el mío no pasa de ser una sensación, en el de esta mujer es un lobo que aúlla desde los intestinos y al que hay que engañar con cualquier cosa (una raíz, una bola de barro, una corteza...).
Las técnicas para aliviar las dentelladas del hambre varían, según el citado reportaje, de unos a otros países. En Eritrea, las mujeres se atan una piedra plana al vientre para atenuar las convulsiones; las madres de muchos países africanos ponen al fuego una sartén con piedras y dicen a los niños que la comida está haciéndose para ver si se quedan dormidos mientras aguardan; en Haití son muy frecuentes las tortas de barro, cuyo valor energético es el mismo que el de un paño de cocina recién lavado, pero que proporcionan sensación de plenitud mientras la tierra da vueltas dentro del estómago.
La cantidad de energía que tienen los alimentos se mide en calorías. Una bolsa de la basura de usted, o mía, recibe en unas horas más calorías que las que llegarán al estómago de la mujer de la foto a lo largo de su existencia. Los inmigrantes que se juegan la vida en el Estrecho no buscan otra cosa que calorías. Mientras usted y yo nos buscamos a nosotros mismos, porque tenemos problemas existenciales, ellos arrojan su documentación al mar para no ser repatriados. Cambian identidad por calorías y vienen en busca de ellas como en otro tiempo se iba a Alaska en busca de oro. La fiebre del oro estaba alimentada por los delirios de grandeza; la de la caloría sólo busca acallar al lobo y obtener la cantidad de energía mínima para seguir tirando, incluso a costa de olvidar quién se es. Muchos inmigrantes gastan sus últimas calorías en atravesar el Estrecho. Por eso llegan a las playas exhaustos, cuando no muertos, y ateridos de frío. Ninguna palabra se había puesto tan de moda en tan poco tiempo como hipotermia. Sale en todos los telediarios siete u ocho veces y hasta los niños saben escribirla, aunque tenga una hache.
Quiere decirse que todos mienten, desde el FMI al Banco Mundial, pasando por las decenas de organismos internacionales creados para resolver cosas. Si se puede llenar el Tercer Mundo de armas, que pesan como el diablo, ¿cómo no se va a poder llenar de calorías? Por el precio que cuesta trasladar un tanque, se podría hacer caer sobre África un maná energético. Bastaría que se hubieran exportado a África la mitad de frutos secos que de balas para que esta mujer no estuviera tratando de ablandar con los dientes la piel de un camello (¿dónde estará, por cierto, a estas alturas, el camello?). Debería ser más fácil hacer una transferencia de calorías que una transferencia bancaria. Pero por la bancaria cobran comisión, así que son rentables. El mundo es una mierda.

domingo, 8 de mayo de 2011

El grito no muere


“Cuando era pequeña, Isaac, me preguntaba dónde iban los sueños. Tú sueñas, y el sueño es como el agua. ¿Dónde va toda esa agua? ¿A los mares? Y luego, ¿serán nubes? Los sueños, entonces, regresan con las lluvias.
¿Y los gritos? Hoy me pregunto, los gritos, ¿dónde van? No pueden, no deben perderse. No es posible que se pierdan, no pueden deshacerse en la nada, no pueden morir en nada, morir para nada, para algo se han creado, para algo se han gritado, Isaac, el grito no muere, no puede morir. No muere. Nosotros sí que morimos, cada amanecer, en cada selección de Grete, en cada tren que llega. Pero nuestros gritos no, el grito no.
Quiera Dios que nuestros gritos se escondan bajo las almohadas de los que no saben, de los que saben y callan, de los que no quieren saber”.
Mauricio Rosencof.

martes, 3 de mayo de 2011

Volver a leer


"Las estrategias y experiencias multiplicadoras son muchísimas, casi incontables porque de hecho cada lectura compartida es una experiencia en sí misma. Todas apuntan a desarrollar nuevos hábitos familiares y a recuperar en los profesores, docentes y bibliotecarios el placer, el amor y las ganas de leer, porque sólo si los maestros leen podremos llegar a ser una nación de lectores y podremos formar para las nuevas generaciones ciudadanos competentes, responsables, capaces de cuestionar todas las ideas y de brindar así a la sociedad ideas nuevas y mejores.
Y es que somos lo que hemos leído. La ausencia o escasez de lectura es un mismo camino seguro hacia la ignorancia y ésa es una condena individual gravísima, pero lo es más cuando deviene colectiva. La no lectura, desdichadamente, es un ejemplo que ha cundido impunemente en la Argentina, y en parte eso es lo que ha generado dirigencias autoritarias, ignorantes y frívolas.
Por eso sostengo que no hay peor violencia cultural que el proceso de embrutecimiento que se produce cuando no se lee. Una sociedad que no cuida a sus lectores, que no cuida sus libros y sus medios, que no guarda su memoria impresa y no alienta el desarrollo del pensamiento, es una sociedad culturalmente suicida. No sabrá jamás ejercer el control social que requiere una democracia adulta y seria. Que una persona no lea es una estupidez, un crimen que pagará el resto de su vida. Pero cuando es un país el que no lee, ese crimen lo paga con su historia, máxime si lo poco que lee es basura y si la basura es la regla en los grandes sistemas de difusión masivos".
Mempo Giardinelli.