miércoles, 28 de octubre de 2020

Recuerdos que mienten un poco


 

Nando Varela Pagliaro

Me gusta presentar o conocer a los escritores según lo que eligen mostrar en sus datos de solapa. En este caso, la de Rodrigo Manigot dice que nació en 1968 en la Capital Federal, pero que siempre vivió en Castelar, provincia de Buenos Aires; que es músico desde 1990: fue el cantante de los Corazones Solitarios y desde el 2000 es compositor, cantante y letrista en Ella es tan Cargosa, banda de sello Beatle que cumple veinte años de carrera, con la que grabó seis discos y obtuvo premios y nominaciones nacionales e internacionales. En 2019, grabó su primer disco solista: Las cosas que inventás. También estudió Ciencias de la Comunicación en la UBA y trabajó como guionista de programas periodísticos. Hoy coordina sus talleres de análisis y escritura de letras de canciones y desde hace muy poco, conduce Librocks, su propio programa en Radio La Ciudad de Ituzaingó en el que habla con músicos y escritores para saber los secretos que hay detrás de ambos oficios.

En otras oportunidades, en este mismo espacio, ya hablamos con Rodrigo, pero siempre con la música como telón de fondo, esta vez la excusa es Donde no van las melodías, su primer libro de relatos autobiográficos que acaba de publicar la editorial La Crujía.

¿Cómo fue el proceso de escritura del libro?

Absolutamente placentero. En marzo me anoté en el taller de no ficción de Matías Bauso. En abril me pidió que escribiera sobre el primer disco de mi banda. También había empezado, por la pandemia, a trabajar otra vez más en televisión. Los domingos salía del trabajo y, sabiendo que tenía por delante dos días libres, empezaba a pensar en lo que iba a escribir. El lunes a las 6.30 ya estaba en la compu con los mates. Escribía lunes y martes, y el miércoles leía en el taller. El jueves corregía, y así vuelta a empezar. Un capítulo por semana. Sin apuro. El mundo estaba detenido y en suspenso. No había por qué precipitarse.

Durante el proceso de escritura, ¿tenías algún lector en mente?

Sólo a mis compañeros de taller, y al coordinador. Si ellos, que no conocían a casi nadie de quienes yo mencionaba, lo disfrutaban, quería decir que iba bien. 

¿Tuviste algunos libros de referencia sobre tu mesa de trabajo?

El año pasado leí dos libros de dos escritoras, justamente canadienses, las maravillosas Mavis Gallant (y sus imbatibles cuentos de Linnet Muir) y Alice Munro (¿Quién te crees que eres?). Esos dos libros eran geniales e inalcanzables, pero tenían un esqueleto que yo venía queriendo copiar: escribir cuentos autónomos, pero que en conjunto pudieran leerse como una novela. Fui por ahí.

¿Es igual el miedo al publicar un primer disco que un primer libro?

No lo creo. Siempre la literatura me pareció un oficio más difícil. Me llevó muchos más años encontrarle la vuelta. En la música siempre estuve rodeado de grandes músicos y compañeros. Si te caés anímicamente (algo que me pasaba unas dos o tres veces por semana) tenía el soporte espiritual de mis compañeros de Ella es tan Cargosa. Al escribir estás más expuesto. Te sacan el banquito, posta.

En el prólogo, Santiago Llach dice que llegás a la literatura “brillantemente tarde”, ¿por qué creés que se demoró tanto este primer libro? 

Por muchas cuestiones. Una es que mi potencia creativa estaba enfocada en la música. Otra es una cuestión literaria: me costó leer con más profundidad para poder mejorar mi escritura. Hace dos años empecé a dar talleres, y creo que al enseñar mejoré mucho como lector. La tercera cuestión son los propios obstáculos e inseguridades que tuve, y que me fueron frenando a lo largo de los años.

En tus canciones solés desnudarte bastante, pero el libro todavía es más descarnado. ¿Cuánto te preocupa la lectura que puedan hacer tus personas más allegadas e incluso la gente del mundo del rock?

Probablemente habrá gente que se sentirá ofendida, pero traté de ser honesto, y de contar lo que yo siento y recuerdo. Eso también lo aprendí: a no detenerme por lo que puedan decir los demás. Si no, no avanzás. 

Salvo el nombre de una novia que no mencionás o el nombre de un programa de televisión que en realidad es otro muy similar, el libro pareciera ser completamente autobiográfico, ¿hay un porcentaje mínimo de ficción?

Ya recordar es mentir, de entrada. Por más memorioso que seas, es imposible reconstruir el pasado. Además, esto no es un laburo arqueológico. Se parece a mi vida, pero es ficción. Hay mucha más ficción e invención de lo que parece.

Desde hace unos años pareciera que cada vez se escriben más libros autorreferenciales. ¿Compartís esta apreciación? ¿Por qué creés que cada vez hay más de la llamada “literatura del yo”?

Lo veo en mis talleres: hay una limitación de época que quizás venga de las redes. La gente escribe sobre sí misma. ¡Muestra hasta la comida que está preparando! Hay una incapacidad de ponerse en la piel de otro, en todas las esferas, no sólo al escribir. Pero también, hay un exceso de plots y de ficción. Netflix, HBO, etc., todo es series, temporadas que se estiran de más. Y creo que la autobiografía tiene algo de verdad que no es tan simple de reproducir, y que está asociado a la experiencia. Eso garpa, aunque también es cierto que no alcanza. Hay que escribir bien. Y eso lleva tiempo y dedicación.

¿En tu caso lo autorreferencial es una elección o también hay una imposibilidad con respecto a la ficción?

Tengo tres novelas escritas, y un volumen de cuentos, todo ficción, sin publicar. Pero no son buenas, siento, para qué mentir. Y además, cuando en 2014 leí Mi libro enterrado, de Mauro Libertella, fue impactante para mí. Como si alguien me autorizara y me dijera: ‘che, vale escribir sobre la propia vida’. Ahí me cansé de inventar tramas, personajes y lugares que no existían, y empezó otra historia. Pero ahora, que leí a Joy Williams, a Debora Einsenberg, a Andrew Porter…me volaron la cabeza y me dieron ganas de retomar mis ficciones. ¿Por qué no? Son épocas.

Participaste de talleres literarios como alumno y como docente, ¿cómo es tu experiencia? ¿De qué lado disfrutaste más? 

Me encanta dar talleres, estoy disfrutándolo mucho, ahí encuentro mucho placer. Y me gusta ir a los talleres como alumno, aunque a veces podés encontrar talleristas jodidos que te pueden dañar. El taller también depende del grupo. El tallerista es como un DT: tiene que motivar bien a los players y saber contener.

“En una oficina un tipo que lee es algo tan extraño como un gato persa”, decís en uno de los textos del libro. ¿Pensás que solo en una oficina pasa eso o ya de por sí hoy un tipo que lee es algo extraño? ¿En el mundo del rock no pasa también?

Sí, pasa en todos lados, tenés razón, pero conozco músicos que se leyeron la vida. Hay de todo.

“No le preguntes a un músico si sigue tocando es como preguntarle si respira”, decís en otro de los textos. Si te preguntara si seguís escribiendo, ¿me dirías lo mismo?

Exactamente igual. De hecho, en 2014, en medio de una crisis personal, calculo que, de la mediana edad, mi psiquiatra me mandó a escribir. Ahí retomé con Santi Llach. Había días en que no sabía dónde estaba, si en taller o terapia. Pero no es un verso psi de Villa Freud: escribir ayuda a comprender el dolor. Aunque también uno escribe por placer, obvio.

A nivel literario, ¿tenés algún otro proyecto de libro entre manos?

Escribí entre 2014 y 2018 mi primer volumen de cuentos autobiográficos junto a mi querida Flor Monfort. Se llama El aire del mundo y es un trabajo sobre mi infancia y adolescencia, hasta la temprana muerte de mi viejo Pichi. Pero por temor a herir a mi familia, aún no me animé. Creo que ahora que rompí el hielo, puede que me anime a publicarlo en el futuro. Y hay también un ensayo sobre Rubber Soul que puede ver la luz. Iremos viendo. Dejame decir algo: gracias a Matías Bauso, que me contactó con La Crujía, y a la Rusa Hernández, que apostaron por mí en medio de una pandemia: eso es algo que no tiene precio.


Realizada el 28/10/2020


domingo, 2 de agosto de 2020

Borrar el historial y sus videos

 Afuera

Al sur del sur ft Hilda Lizarazu

Otro beso y me voy ft Iván Noble

Más allá del sol ft Rodrigo Manigot

Causas Perdida ft Leo García


Es hora de dejar de hablar de ella ft Los Tipitos






jueves, 23 de abril de 2020

5 preguntas sobre la venganza

Cinco preguntas a cinco personalidades de la cultura sobre el tema de tapa de revista Quid: la venganza.

Por  Nando Varela Pagliaro



Fernando Samalea, músico.

- ¿Alguna vez fantaseaste con algún tipo de venganza?

-Y…sin ánimo de ponerme en místico plomazo, soy de los que creen que esa "venganza divina" llega sola, sin interceder con mano propia. El famoso “todo vuelve”. Mis viejos me inculcaron lo de conciliar siempre, dentro de lo posible. Ya el mundo es muy triste para fomentar más daños innecesarios. Me gusta la idea de que todo conflicto pueda hablarse entre los involucrados, buscando un acercamiento. Y si el caso es muy grave, más vale hacerse a un lado y protegerse de la negrura ajena, me parece.

-Si tuvieras la posibilidad de viajar en el tiempo, ¿de qué personaje histórico te gustaría vengarte?

-Hay demasiados ejemplos espantosos, sujetos despreciables que solo han traído oscuridad a la historia de la Humanidad, como Nerón, Hitler, Videla, Daria Saltykova, Mussolini, Pinochet, la condesa húngara Erzsébet Báthory o lamentablemente muchísimos otros, que ni haría falta nombrar. Pero, como decía, más vale dejar correr ese enchastre social y pensar en cosas lindas.

- Dentro de la literatura o el cine, ¿cuál es tu personaje vengativo favorito?

-Llegado el caso, me inclino por quienes deseen vengarse en función de causas nobles, combatiendo injusticias y demás. En la ficción, el Animé o en las epopeyas heroicas del cine y la literatura, la venganza y la justicia se tiñen casi del mismo carácter. Siento empatía por lo que se ve en films de Clint Eastwood, Gladiator, Braveheart, The Profesional o historias de Samurais, Mitología Griega, heroínas de Miyazaki y diarios de Ernesto Guevara. Y cómo olvidar a Juana de Arco, mi favorita.

- Balzac decía que “en la venganza el más débil es siempre más feroz” ¿Qué opinás de esta frase?

-Es muy veraz, y les da la razón a quienes afirman que los más débiles e inseguros suelen ser muy peligrosos. Sabemos que se puede hacer mucho daño al actuar con cobardía.

- ¿Existen otros caminos de salida del rencor o el resentimiento?

-Claro que sí.  Se habla tanto de que ambos siembran dolor en uno mismo que, al menos para mí, solo veo eso de preservarme y protegerme. Obviamente, todos respondemos a instintos naturales, a veces ingobernables, pero vale la pena intentar mantener la razón y buscar una salida luminosa. En definitiva, nos beneficia a todos.  


Camila Fabri, escritora

- ¿Alguna vez fantaseaste con algún tipo de venganza?


- Curiosa la pregunta. Sin ánimos de traer una anécdota clara, sé que fantaseé con venganzas en las que quise, de algún modo estrafalario, que cierta información le llegue a alguna persona sin que fuera yo la interlocutora directa. Quiero decir: enviar la noticia sin que esa acción me involucrara, directa o indirectamente. No sé si esto aplica como venganza, pero éste ha sido un acto consecuente a un desamor. Venganzas cinematográficas o fantásticas no tuve. Nunca me animé. Sospecho ahora tendría más caracteres e ingenio para responder la pregunta, pero no es el caso.

-  Si tuvieras la posibilidad de viajar en el tiempo, ¿de qué personaje histórico te gustaría vengarte?

- El deseo de venganza no es algo que me mueva demasiado. ¡Tuve que pensar mucho esta respuesta! Me gustaría vengarme de David Foster Wallace, de Sara Gallardo, de Ayrton Senna, de Truman Capote, de Quino. Porque hacían tan bien esas cosas que hacían

- Dentro de la literatura o el cine, ¿cuál es tu personaje vengativo favorito?

- Hay muchos, muchas y muy diversos. Ahora mismo pienso en el comando estadounidense comandado por Aldo El Apache Rein- Brad Pitt- en Bastardos sin Gloria de Quentin Tarantino, ese grupo de soldados judíos, estadounideses y alemanes que colabora con la resistencia francesa para matar soldados alemanes y provocar terror en las filas nazis. Con ese humor oscurito y vengativo, el comando de Apache Rein termina prendiendo fuego a Hitler. De un modo similar, Tarantino se venga o se divierte en Erase una vez en Holywood, jugando a que salva a Sharon Tate de ese triste final que conocemos todxs. Me gusta eso que hace Tarantino. Ese: ¿qué hubiera pasado si? ese “juguemos a cambiar la historia”.

- Balzac decía que “en la venganza el más débil es siempre más feroz” ¿Qué opinás de esa frase?

- Sospecho que hace referencia a aquel que no usa la venganza como moneda corriente. Es más feroz porque tiene la potencia primera, la suerte del principiante. Los ideales puestos en esa única vez que activará el plan macabro. Si la pregunta es si estoy de acuerdo: lo estoy. Creo que, en apariencia, el más débil siempre es el más voraz.

- ¿Existen otros caminos de salida del rencor o el resentimiento?

-El único camino de salida que conozco del rencor y el resentimiento es una buena conversación con mi analista; quiero decir, esa hora que dura la sesión en la que un intercambio de ideas convierte el tema protagonista en algo más bien vaporoso, mágicamente, en un bollo de menor importancia. Sí, tengo la fe puesta en el psicoanálisis. No creo en las venganzas como acción, dan dolor de cabeza y prefiero ahorrar ese Ibupirac.


Nicolás Artusi, periodista

- ¿Alguna vez fantaseaste con algún tipo de venganza?

-La venganza es una fantasía que se me aparece de manera cotidiana, en los casos bien banales y con consecuencias más bien leves: fantaseo con vengarme del taxista que no me para subiéndome en la cuadra siguiente y hablándole todo el viaje si él quisiera escuchar música o, más fabuloso aún, publicando un diario falso con noticias imposibles para el vecino que me lo roba del palier.

 - Si tuvieras la posibilidad de viajar en el tiempo, ¿de qué personaje histórico te gustaría vengarte?

-Me vengaría del conductor del tranvía que atropelló a Gaudí: habría querido ver La sagrada familia terminada o, en su defecto, al arquitecto beato entregando su alma al diablo para poder acabar su obra.

 - Dentro de la literatura o el cine, ¿cuál es tu personaje vengativo favorito?

-Soy fan de todo aquel que se empecine en una venganza bien planeada pero mal ejecutada: Pierre Nodoyuna, por ejemplo, siempre intentando poner un palo en la rueda de los autos locos acaso para vengarse por sus escasas aptitudes deportivas, o Lex Luthor, eternamente traumado por una calvicie galopante que dedica su vida a vengarse del hombre con súper pelo y de paso conquistar el mundo, pero infalible en el fracaso.

 - Balzac decía que “en la venganza el más débil es siempre más feroz” ¿Qué opinás de esa frase?

-Coincido con la frase de Balzac aunque sea un hombre poco fiable: adicto al café (se dice que tomaba más de 80 tazas por día), terminó escribiendo el “Tratado contra los excitantes modernos” como un modo de vengarse por un persistente dolor de estómago.

 - ¿Existen otros caminos de salida del rencor o el resentimiento?

-El desafío deportivo, la pulla, el juego de mesa, Twitter, la apuesta o, más nocivo para uno por persistente y hasta eterno, el trauma y la mufa.


Tamara Tenenbaum, escritora y periodista

- ¿Alguna vez fantaseaste con algún tipo de venganza?

-Sí, muchas veces.

- Si tuviera la posibilidad de viajar en el tiempo, ¿de qué personaje histórico te gustaría vengarte?

-Del tipo que manejaba el camión que embistió el micro donde iba Gilda.

- Dentro de la literatura o el cine, ¿cuál es tu personaje vengativo favorito?

-Jo March.

- Balzac decía que “en la venganza el más débil es siempre más feroz” ¿Qué opinás de esa frase?

-Por supuesto. La venganza de los elegantes es hacer un favor.

- ¿Existen otros caminos de salida del rencor o el resentimiento?

-La generosidad, claro. La peor de las venganzas.

Jazmín Riera, escritora

- ¿Alguna vez fantaseaste con algún tipo de venganza?

-Creo que tal vez cuando era más chica. Solía hacer comedia musical, era muy tímida, por ende siempre terminaba en la fila de atrás. Y recuerdo haber pensado “cuando sea más grande ya verá este profesor…”. Más que una venganza, tal vez era un intento mental de programar una futura revancha. Por suerte dejé comedia musical, no era lo mío.

- Si tuvieras la posibilidad de viajar en el tiempo, ¿de qué personaje histórico te gustaría vengarte?

-Poniéndome en el rol de vengadora me resulta difícil elegir a alguien. Es raro poder experimentar este tipo de resentimiento con alguien que me precedió en el tiempo, porque al no ser contemporáneo mío no tuve punto de contacto que lo relacione con mi vida actual, pero si tuviera que elegir a un personaje de la historia, creo que es muy probable que vaya por Hitler.

- Dentro de la literatura o el cine, ¿cuál es tu personaje vengativo favorito?

-Cuando era pequeña, una de mis películas favoritas principalmente cuando se acercaba la navidad, era “El grinch”, así que creo que tengo que elegirlo a él por el humor y la acidez que maneja en su venganza. 

- Balzac decía que “en la venganza el más débil es siempre más feroz” ¿Qué opinás de esa frase?

-No sé si me gustaría usar la palabra débil, pero puedo entender a lo que se refiere. Siento en algún punto, que en el ser humano la acumulación de rencor y resentimiento puede ir potenciando esa sed de venganza. Porque al ser personalidades frágiles que no puede extrovertir sus sentimientos negativos, van generando agresión interna posiblemente incontrolable. Termina convirtiéndose casi en un arma de una venganza que terminará explotando por los aires.

- ¿Existen otros caminos de salida del rencor o el resentimiento?

-Creo que a través del perdón con el otro y con uno mismo. Abrazar ese sentimiento, curarlo con paciencia y comprensión. A veces se hace difícil porque pienso que la persona no llega a ser totalmente consciente de su interna y eso es complicado. Es muy importante poder extrovertir ese sentir y poder cambiar la energía para que pueda transmutar esa posible agresión.

Gentileza de Revista Quid.




Entrevista a Pedro Mairal: “La buena literatura es lo que no mostrarías en Instagram”


Por Nando Varela Pagliaro

“Lo que no mostrarías en Instagram, lo que querés que no salga en la selfie, el lado b, lo que hace la gente cuando cierra la puerta de su casa, eso para mí es la buena literatura”. El que habla, sentado a una mesa de un bar en el tradicional barrio de Belgrano, es Pedro Mairal.

El autor de La uruguaya acaba de publicar Breves amores eternos, un libro que de alguna manera son dos. En la primera parte, reúne sus relatos más recientes y en la segunda, su volumen de cuentos titulado Hoy temprano, publicado por primera vez en el año 2001. 

Tanto en la primera parte, la que incluye los relatos nuevos, cuya temática gira alrededor de las relaciones de pareja, el deseo y lo sexual, como en la segunda, donde se explaya en distintos tipos de historias e incluso de género, Mairal, como dice Santiago Llach en la solapa del libro, “se las arregla para producir felicidad en el lector”. En la solapa opuesta, sus datos biográficos dicen que Pedro Mairal nació en Buenos Aires en 1970, que con apenas 28 años recibió el Premio Clarín de Novela por Una noche con Sabrina Love, que luego fue llevada al cine por Alejandro Agresti; que además publicó las novelas El año del desierto y Salvatierra; los libros de poesía Tigre como los pájaros y Consumidor final; que en 2011 condujo el programa de televisión Impreso en Argentina; que en 2013 publicó la novela en sonetos El gran surubí y El equilibrista, una recopilación de las columnas que escribió para el semanario Perfil; que en 2016 publicó La uruguaya, una novela que es un éxito internacional de crítica y público; que sus últimos libros son Maniobras de evasión (2017) y Pornosonetos (2018) y que su obra fue traducida a más de once idiomas.

Si bien están todos tus cuentos, ¿por qué preferiste ponerle Breves amores eternos y no “Cuentos completos”?

“Cuentos completos” me sonaba como a lápida. Además, si estás vivo, después siempre quedan incompletos los cuentos completos. 

¿Por qué no sacar Breves amores eternos solo?

Hoy temprano había quedado completamente agotado y ese libro tiene sus lectores y su público que lo reclamaba. Pensá que se editó en el 2001 y sobre todo el cuento que le da título al libro es un cuento que se da en escuelas, es una especie de best hit que había empezado a circular solo por Internet y yo quería que volviera al libro. Por eso aprovechamos la volada y agregamos ese libro como una especie de bonus track.

Teniendo la posibilidad de reeditarlo, ¿te dieron ganas de retocar algunos cuentos?

Cuando los empecé a leer, me di cuenta de que hay cosas estilísticas que hoy escribiría de otra forma, pero me pasa algo que también me pasó con la reedición de Una noche con Sabrina Love que es que el cuarentón que soy ahora no tiene por qué corregir al veinteañero que escribió eso. 

Esas cosas estilísticas que hoy cambiarías, ¿te llegan a avergonzar?

No, eso no. Creo que son cuentos con una voz bastante consolidada. Sí me doy cuenta de que hay una voluntad de probar ir hacia muchas direcciones distintas. En cambio, en Breves amores eternos ya hay una voz de un cuarentón que habla de las relaciones de pareja. 

Después de Una noche con Sabrina Love publicaste Hoy Temprano y después La uruguaya, tu otra novela de gran éxito, publicaste Maniobras de evasión y ahora Breves amores eternos. Pareciera que después de mucha exposición, necesitaras refugiarte en el cuento o en textos más cortos y sacarte de encima la presión de hacer otra novela. ¿Hay algo de eso?

El mercado y el gran público quiere la novela, funciona como un ladrillo de venta porque además es más fácil de leer, requiere menos esfuerzo, porque hacés el esfuerzo una sola vez de entrar en ese mundo y después ese mundo te ampara. Un libro de cuentos es más exigente con el lector, te requiere que te metas en cada cuento por primera vez en ese universo.

Como lector, ¿disfrutás igual de la novela que del cuento?

No soy un buen lector de novelas, me gusta más leer cosas breves, quizás porque soy medio vago. Me formé leyendo esos textos breves de Borges que son como una explosión en muy pocas líneas o los cuentos de Cortázar, o la poesía, que es la forma de mayor condensación de sentido.

¿Siempre te pasó esto de no poder abordar textos más largos o te pasa más a partir de esa fuente de distracción continua que son las redes sociales?

No sabría decirte si es por culpa de las redes. Con la novela, sobre todo como escritor, siento como una especie de obligación y me da un poco de bronca tener que escribirla. Por eso, hasta que no tengo muchas ganas y la historia me lo reclama, no me siento a escribir una novela.

Más allá de que la historia te lo reclame, ¿no tenés un plan de trabajo diario?

Solo tengo un plan cuando estoy escribiendo una novela. Ahí sí me siento y trabajo, no espero los raptos de inspiración porque eso no existe. Lo único que existe es sentarse a trabajar. 

Con la lectura, ¿tenés la misma relación o sos un poco más obsesivo como Martín Kohan que todos los días se propone leer al menos 90 páginas?

Por suerte no tengo esa obsesión. Martín la pasa mal con eso porque además si un día lee 80, al otro día tiene que leer 100 para recuperar las 10 que no leyó. A mí me están cambiando mucho los hábitos de lectura. Cada vez leo más online. Estoy leyendo todo el tiempo, pero de manera fragmentada.

Escribís, hacés música, das talleres y tenés un programa de radio, son demasiadas cosas, ¿te cuestionás cómo administrás tu tiempo?

Hago muchas cosas, pero es muy raro cómo administro mi tiempo. Para hacer una canción necesitás tiempo libre, tenés que estar paveando con la guitarra, probando cosas hasta que tal vez sale una línea melódica. Pero estás en un lugar que es difícil de explicar, incluso si alguien te ve desde afuera estás como papando moscas. Tenés que estar disponible para las ideas y el juego mental y eso me cuesta conseguirlo porque me digo “ahora no puedo, tengo que preparar el seminario, tengo que ensayar o tengo que escribir la contratapa”. Muchas veces me da bronca no estar disponible para la creatividad.

¿Lográs superar la culpa de estar con la guitarra o con cualquier otra cosa en vez de estar escribiendo la novela que supuestamente deberías estar escribiendo?

No usaría la palabra culpa porque estoy bastante libre de culpa, sí me agarra una especie de alarma que me dice “deberías estar haciendo otra cosa”. Igual, hay cierto disfrute en eso, hay una rebeldía medio boba, por eso siempre prefiero estar escribiendo lo que no debería estar escribiendo. En general, le mando libros a los editores pidiéndoles disculpas, les digo “te había prometido una cosa, pero salió otra, fijate qué te parece”. Cuando tenés buenos editores, aceptan que seas multifacético y no se quedan con el contratito de lo que les habías prometido. Así me pasó con Casciari cuando le mandé El gran surubí, por ejemplo. No somos máquinas de sacar novelas. Me encantaría escribir Una noche con Sabrina Love y La uruguaya todos los años, pero no, me pasa cada veinte años.

Recién nombraste El gran surubí, así como reeditaron Hoy temprano, ¿existe la posibilidad de que reediten tus primeros libros de poesía?

Me encantaría, pero no quiero abusar con las reediciones. Voy despacito, voy dando un libro nuevo y una reedición. En Emecé quieren sacar todo, ahora sale El gran Surubí. Los poemas, los veo más para el 2022, si el mundo sigue girando. 

Más allá de no publicar, seguís escribiendo poesía y de hecho compartís algunos poemas por las redes sociales.

Las redes bajan mucho la ansiedad de la publicación porque un poema, si vos tenés diez mil seguidores, capaz que cuando lo subís lo vieron unas dos mil personas en un día, que es mucho más que cualquier tirada de un libro de poesía.

¿Perdés mucho tiempo en las redes?

Sí, se me va mucho tiempo. El otro día me avergoncé mucho. Hay una parte de Instagram en la que vos te podés meter y te dice cuánto tiempo pasaste por día. En mi caso decía 55 minutos y es un montón.

¿Es la red que más usás?

No, Twitter es la que más uso, pero no sé cuánto tiempo paso ahí. Lo que me pasó después de ver ese número es pensar cuánto tiempo juego con mi hija. Serán unos quince minutos. Después la cuido, pero ¿cuánto tiempo juego? No más de eso. Está mal pasar 55 minutos en una red social y 15 minutos con tu hija jugando. Hay que aprender a apagar todos estos juguetitos. Lo que pasa es que la construcción de la identidad está pasando por ahí. Entonces, vos sos un poco el que construís ahí, el que los otros ven, estás más ahí que sentado donde estás físicamente.

En Breves amores eternos hay mucho de deseo, de encuentros fugaces, pero no sé si tanto de amor. Estás por cumplir cincuenta años, ¿qué se espera del amor a tu edad?

Para contestarte eso debería escribir un libro. Yo veo que en estos cuentos no hay luz al final del túnel. Lo escribí en un momento asfixiado de mi vida, por eso todos los personajes están asfixiados en situaciones de pareja. Si ahora escribiera sobre relaciones de pareja lo haría distinto, con un poco más de esperanza. No sé qué más decirte más allá de esa obviedad de que cada pareja es particularmente única. Incluso, uno es distinto con cada pareja. En todo caso me interesa ir a ese lugar de esa intimidad muy fuerte de la construcción del deseo y cómo eso va variando a lo largo del tiempo en una persona. 

¿Cuán importante es el deseo para sostener una pareja?

La verdad no lo sé. Lo que me interesó mostrar en Breves amores eternos es cómo de pronto alguien se siente deseado y se prende fuego, tiene una especie de súper poder.

Pero ese deseo, ¿es efímero o alcanza para sostener a una pareja?

Creo que no se pueden establecer reglas sobre las parejas porque cada pareja es una cantidad de variables muy grande. Lo que sí sé es que es muy difícil mantener una pareja, sobre todo si pasás mucho tiempo junto, tenés que ir evolucionando y reencontrándote. No podés dar por sentado el amor del otro. Si no termina pasando como dice Fabián Casas: “esta es la habitación donde mis padres se convirtieron en hermanos”. Pero la verdad es que no tengo ni idea, no soy el gurú del amor, yo escribo sobre rupturas, no sobre parejas que se salvan. 

En el libro, el sexo ocupa un lugar central, ¿creés que los argentinos somos muy pudorosos para leer y escribir sobre sexo?

No sé si hay alguna diferencia con otros países. La sexualidad en la literatura argentina aparece en general mezclada con la dominación y la violencia, tiene un peso bastante duro. Creo que llegó el momento de escribir de una manera más celebratoria con respecto a la sexualidad. Por suerte, las mujeres están escribiendo mucho sobre el deseo, a los hombres nos está costando más porque enseguida todo suena a machirulo.  Me parece buenísimo que las mujeres estén escribiendo sobre el deseo, pero no me parece bien que los hombres nos estemos amordazando.

¿Pensás que es por el miedo a ser juzgados?

Y sí porque enseguida queda algo fuera de lugar, sobre todo en el ambiente cultural, donde hay una represión enorme. Para mí la página es el lugar donde uno tiene que ejercer la máxima libertad. Si es incorrecto lo que estás escribiendo, tenés que bancártela. La literatura no puede ser algo que viene a enseñar, a dar el buen ejemplo, no puede ser didáctica. La literatura es la condición humana y no se puede escribir desde la corrección política.

Con todos estos cambios impulsados por el feminismo, ¿te leés a vos mismo de otra manera?

Sí, incluso quizá hay cosas que no escribiría ahora. Hay textos que claramente tienen un yo detrás, como los de Maniobras de evasión, pero a mis personajes los puedo volver políticamente correctos o incorrectos porque una cosa soy yo y otra mis personajes. Hay una escritora norteamericana que escribió una novela sobre mexicanos y como no es mexicana la están matando. Esto tiene un riesgo muy grande porque es una especie de puesta en duda del derecho a la ficción. Yo no estoy de acuerdo con eso. Creo que la invención literaria es un ejercicio de empatía, es meterse en los zapatos del otro.

Como lector, ¿disfrutás más de los libros de ficción que de eso que llamamos literatura del yo?

Las dos cosas me gustan. Ayer por ejemplo disfruté mucho ver en Netflix una película sobre extraterrestres que se llama Arrival. Me gustó mucho meterme en una textura fuera de lo verosímil.

Nombraste a Netflix, la segunda droga de esta época luego de las redes sociales, ¿se te va mucho tiempo ahí?

No, pero me gusta encontrar cosas todo el tiempo.

¿Qué recomendarías de lo que viste últimamente?

Peaky Blinders, Succession y Fleabag me gustaron mucho. Disfruto cuando hay un buen guión detrás. Yo soy capaz de escribir algo que puede funcionar en la página, pero no me podría dedicar al cine porque hay demasiadas cosas que pueden fallar.

Sin embargo, tuviste varias experiencias en cine, ¿en qué etapa está la posibilidad de llevar La uruguaya al cine?

El guión ya lo terminé y ahora están en la etapa de buscar financiamiento. Sé que a Drexler le gustó mucho el libro y está apalabrado como para hacer una canción. Diego Peretti no sabe de qué lado de la cámara va a estar, si codirigiendo o actuando. Después hay una productora brasileña también metida, pero los tiempos del cine solo el señor los sabe.

¿Te ves escribiendo una segunda parte de La uruguaya?

La verdad es que no, me gustan los universos cerrados. No me interesa crear una saga en un mismo espacio. Para mí así se debilitan las historias, se parasitan las unas a las otras.

Recién nombraste a Drexler, a quien recientemente entrevistaste en tu programa de radio, ¿cómo te sentís en esta nueva faceta de entrevistador?

Me gusta mucho entrevistar porque aprendí que básicamente es escuchar. Si venís con una grilla de preguntas muy rígidas, interrumpís al otro todo el tiempo y la conversación no fluye. Además, me gusta hacerlo porque me obliga a leer mucho y a escuchar más música.

Y la música, ¿qué lugar ocupa? Me acuerdo que en la nota anterior que hicimos recién estabas agarrando el ukelele.

Todo arrancó en el 2015 en una residencia de escritores que fui con Cucurto. Ahí él se puso a pintar y yo me llevé el ukelele y empecé a tocar. Ver la libertad expresiva que tenía Cucurto, de alguna forma me habilitó a mí a volver a las melodías. Desde entonces hice más de sesenta canciones. Después, hará unos dos años, me encontré con Rafa Otegui, armamos el dúo Pensé que era viernes, empezamos a tocar en vivo y probablemente este año saquemos un disco que estamos produciendo junto con Yago Escriva de Ainda Dúo. Estoy muy contento de ver cómo en este tiempo creció tanto la rama de la composición que estaba dormida.

Por último, una pregunta que suelo hacer muchas veces, ¿cuándo sentís que tuviste un día productivo?

Por ahí mi día es productivo si toco un poco la guitarra, si escribo y compongo, mejor todavía o si cumplo con alguna entrega. Pero creo que sobre todo será productivo si puedo jugar con mi hija. Si sentí que estuve presente y no a las puteadas, corriendo detrás de un tren al que no llego, atravesado por las redes. Un buen día es un día en el que pude ser consciente de que lo viví.

Gentileza de Revista Quid

martes, 4 de febrero de 2020

5 preguntas sobre "la felicidad"

Cinco preguntas a cinco personalidades de la cultura sobre el tema de tapa de revista Quid: la felicidad

Por  Nando Varela Pagliaro



Liliana Heker, escritora

Kant decía que “la felicidad, más que un deseo, alegría o elección, es un deber”. ¿Está de acuerdo?

-En lo personal, no considero a la felicidad como un deber; en cambio la siento una responsabilidad respecto de los otros. Creo, sí, que una debe estar abierta a esos momentos plenos –felices-- en los que, de pies a cabeza, se siente en perfecta armonía consigo misma y con el mundo. Que hay que vivirlos intensamente y atesorarlos. Pero, según mi propia elección de vida, son solo eso: momentos privilegiados. No un estado permanente, ya que la percepción de la inarmonía, de la injusticia, que impide sin duda que una sea feliz, permite en cambio una actitud de lucha que impulsa a cambiar aquello que una considera que está mal. Otra cosa distinta es la alegría. Reconozco que estoy bastante dotada para la alegría, para disfrutar intensamente con los innumerables y diversos placeres que me ofrece la vida. Pero esas experiencias vitales, vividas hasta el hueso, no deben confundirse con la felicidad que, como estado permanente, se parecería bastante a la comodidad, o al egoísmo.

-¿Se puede ser feliz en un contexto adverso?

-Sí. Siempre he sostenido que la verdadera sabiduría de vivir consiste en saber estar bien en los momentos malos, ya que en los buenos resulta bastante fácil y natural.

-¿Cree que hay una correlación entre la felicidad y el nivel de ingreso?

-Si fuera así, yo sería una persona bastante desdichada ya que, durante buena parte de mi vida, mis ingresos hicieron que llegara a fin de mes con la lengua afuera. Lo que tuve, sí,  fue una excelente educación –gracias a la escuela pública y el estímulo de los que me rodeaban--, una buena alimentación, gracias a mis padres sabios y maravillosos, un techo bajo el cual resguardarme, y todo el cariño y la protección que necesitaba. Creo que toda persona debería recibir como mínimo ese caudal para tener luego la posibilidad de elegir su propio camino y, tal vez, acceder a la felicidad.

-¿Se puede ser feliz en soledad?

-Sí, la soledad tiene un encanto muy especial, incanjeable, y, cuando se da, hay que saber descubrir y disfrutar ese encanto. Creo que quien sabe ser solo es capaz de ser libre. Y, también, de elegir y valorar --sin presiones-- la compañía.

-Si tuviera que elegir solo uno, ¿cuál diría que fue su día más feliz?

-Afortunadamente, tuve muchos momentos felices, cada uno con su propia belleza y su propia intensidad. Pero recuerdo de una manera muy especial el primero de esos momentos. Yo estaba por cumplir ocho años, un tío nos había prestado un departamento en Mar del Plata, y mis padres, mi hermana y yo nos levantamos a las cinco de la mañana para esperar el auto que nos iba a venir a buscar. Yo, que era ferozmente insomne, por primera vez me sentía autorizada  a estar despierta a la madrugada. Conocí la calle a esa hora maravillosa. Mi hermana y yo, abrazadas –no era habitual entre nosotras ese cariño tan manifiesto--  caminábamos por la vereda cantando un bolero. Y teníamos por delante algo todavía más hermoso que el mar: el sueño del mar.


Mauro Libertella, periodista y escritor

- Kant decía que “la felicidad, más que un deseo, alegría o elección, es un deber”. ¿Está de acuerdo?

-Diría que no estoy de acuerdo, aunque objetar a Kant se me antoja algo desmedido. Seguramente él lo pensó mejor que yo. Diría, en todo caso, que lo que me hace ruido es el concepto de deber asociado a algo tan personal, tan subjetivo e inexplicable como la felicidad. Perdón, Immanuel.

 -¿Se puede ser feliz en un contexto adverso?

-Supongo que sí. Mi canción preferida de Franco Battiato termina diciendo esto: "Mi maestro me enseñó que es difícil encontrar el alba dentro de las sombras". En esa búsqueda pasa el tiempo mucha gente. Nunca se vive en la adversidad total, pero sabemos bien que tampoco se puede vivir en la felicidad total.

 -¿Creé que hay una correlación entre la felicidad y el nivel de ingreso?

-El capitalismo nos hizo creer que sí. Ya citamos a Kant, a Battiato, así que ahora evoquemos a Los Auténticos Decadente: "El dinero no es todo, pero cómo ayuda".

 -¿Se puede ser feliz en soledad?

-A mí me gusta mucho la soledad, la busco, disfruto especialmente los momentos en los que estoy solo, pero supongo que los disfruto porque son la excepción y no la norma de mi vida. La soledad estructural, dicen los que saben, produce depresiones irreversibles.

 -Si tuviera que elegir solo uno, ¿cuál diría que fue su día más feliz?

-Qué difícil. Son muchos, aunque no tantos. Quizás suene snob, pero el primero que aparece ahora es este: un día completo que pasé en Londres (mi ciudad preferida), solo, sin nada que hacer más que caminar. Era otoño (mi estación preferida), hacían 19 grados, me sentía bien, tenía un poco de dinero para gastar y ninguna preocupación en la cabeza. Tuve en todo momento la consciencia plena de que era un día irrepetible, y lo fue.


Hinde Pomeraniec, periodista y escritora

 -Kant decía que “la felicidad, más que un deseo, alegría o elección, es un deber”. ¿Está de acuerdo?

- Bueno, en general no me gusta sentirme “obediente” en relación con algo gozoso, aunque sí encaro la vida con una idea similar de imperativa que es la de disfrutar todo lo posible lo que hago y lo que vivo, pero también lo que hacen y lo que viven todos mis seres amados.
  
-¿Se puede ser feliz en un contexto adverso?

- Sí, claro. En mi caso yo tenía 15 años cuando fue el último golpe militar y, sin embargo, en medio de ese contexto de tragedia, en esa oscuridad social, política y económica crecí como toda adolescente vital y tuve muchos momentos felices, naturalmente reservados a los espacios familiares y más íntimos, aunque también -con las limitaciones del caso- en algunos pocos espectáculos que nos llevaban a socializar la alegría. Recuerdo por ejemplo recitales de rock nacional, obras de teatro en el San Martín y también recuerdo la loca felicidad de ver a una sindicalista reclamar en una fábrica por sus derechos en medio de aplausos. En realidad, fue en un gran cine de la calle Santa Fe (si no me equivoco, el Grand Splendid donde hoy está El Ateneo) y hablo de “Norma Rae”, la película con Sally Field que pude ver ahí, posiblemente como parte de algún ciclo. Hubo gente que sobrevivió a los campos de concentración y que recuerdan la felicidad efímera que encontraron en un libro, un relato o en una canción.
  
-¿Cree que hay una correlación entre la felicidad y el nivel de ingreso?

- Creo que sin tener resueltas cuestiones vitales la felicidad es un sueño completamente ajeno. Comer, tener buena salud y una buena educación son trampolines a momentos de felicidad, sin eso garantizado, todo es más triste y sobre todo más injusto. Por otra parte, se sabe que el dinero no garantiza la felicidad, pero puede ayudar. En mi caso, pocas cosas me hacen más feliz que viajar y conocer otros mundos. Y eso, sin plata, se complica mucho. En definitiva, todo siempre es relativo y lo que para uno es plata, para otro puede ser un vuelto y para otro, una fortuna imposible. 
  
-¿Se puede ser feliz en soledad?

- Si, definitivamente. Leer -aunque puede ser una actividad colectiva- es la mayor parte de las veces una actividad solitaria. Escuchar música o ver arte, también. Esas son cosas que a mí me hacen feliz. También viajo mucho sola y disfruto de eso. Posiblemente porque sé que son momentos solitarios y no largas etapas. Soy una persona muy aferrada a la familia; me cuesta imaginarme sola del todo y por mucho tiempo.
  
-Si tuviera que elegir solo uno, ¿cuál diría que fue su día más feliz?

- Me resulta difícil elegir uno solo y como soy bastante convencional, me cuesta creer que haya momentos que puedan superar los nacimientos de mis tres hijos. Sin embargo, podría pensarlos a los tres juntos y elegir alguna noche de vacaciones, con ellos mucho más chicos y ya durmiendo, después de un día de sol, arena y agua. Y cosas ricas. Y muchas risas. Si me tocara salir de mi círculo más íntimo, seguramente elegiría el 30 de octubre de 1983, porque fue un día de felicidad única y colectiva, cuando todavía la mayoría de nosotros pensaba que la mejor Argentina, la más democrática, estaba ahí nomás, al alcance de la mano y de una elección.


Diego Frenkel, músico

-Kant decía que “la felicidad, más que un deseo, alegría o elección, es un deber”. ¿Está de acuerdo?

-La felicidad desde nuestro punto de vista occidental es una palabra utópica. Para mí es un estado del alma, temporal y transitorio, como todos los estados. Desde ningún punto de vista la puedo pensar como un deber porque ya la palabra deber opera prácticamente en contra del estado de felicidad. Toda idea de deber es un poco una coerción a la libertad y la felicidad justamente se trata de un estado de libertad. Deber significa hacer o buscar algo que no necesariamente está en el espacio del deseo ni de lo creativo. La felicidad es un estado transitorio que considero que está conectado con lo creativo, el amor y el encuentro con el otro, ese otro en un sentido amplio tanto como ser genérico: hijo, madre, amor, mujer, hombre, cualquier forma de género, naturaleza o espacio. La felicidad también tiene que ver con el Yo que se despliega, se sale de su mirada autorreferente y conecta con la profundidad y la infinitud de la otredad.

-¿Se puede ser feliz en un contexto adverso?

-Se puede ser feliz en un contexto adverso porque los contextos en su mayoría son adversos. La adversidad, entendida como obstáculo, puede incluso hacer propicia la felicidad porque la felicidad tiene que ver también con el esfuerzo y el logro con el logro de la apertura, de lo creativo. Ahora, hay niveles de adversidad en los que en realidad la palabra adversidad no aplica, podría ser otra palabra tal como traba vital, asfixia, muerte en vida, sujeción del yo. Es decir, la esclavitud, la sujeción de uno a un otro, la pérdida de las libertades básicas y el derecho a existir de cualquier ser, humano o no, obviamente no hacen propicia la felicidad, pero eso no se trata de adversidad, eso es algo más , es estar envuelto en una situación de malestar profundo hoy,  en general dado por una injusticia acometida por  un otro paranoico y egoísta o estar envuelto en una sicopatía social e histórica como suele ser en nuestra sociedad en gran escala, esto incluye la pobreza material y de las otras, el ser convertido en objeto en la maquinaria de producción o quedar afuera cual resto inmundo, destruye la felicidad.

-¿Cree que hay una correlación entre la felicidad y el nivel de ingreso?

-La relación felicidad y nivel de ingresos implica que estamos pensando dentro del paradigma del capitalismo. Es decir, nos planteamos dentro del capitalismo en esta pregunta como si viviéramos en él como en un paradigma ineludible de la existencia.
Cuando en realidad la idea de ingreso, si nos referimos al ingreso económico, está directamente vinculada con la idea de que el dinero es parte de nuestra naturaleza.
En principio, dentro de este contexto social de un capitalismo históricamente de los más injustos que ha habido, de los más desbalanceados, obviamente considero que las personas que están en el escalafón más bajo desde el punto de vista de quienes miden estos escalafones, en el estrato más bajo, en el más deshumanizado y desconsiderado como sujeto, la idea de felicidad es más difícilmente plausible. Porque aquí el dinero está conectado con la posibilidad de “ser" en el sentido más básico de lo que eso significa. Es decir, tener un estado corporal- químico y anímico básico. Cuando el cuerpo ha perdido su condición de sujeto y cuando desde un entorno social es tratado como objeto es imposible que pueda haber un estado de felicidad porque sí, la felicidad está conectada con una libertad, la libertad de ser y poder dar cauce a nuestros deseos como sujetos.  

-¿Se puede ser feliz en soledad?

-No sé si se puede ser feliz en absoluta soledad, lo que pasa es que el concepto de absoluta soledad depende muy profundamente de uno mismo, de cuán conectado esté con los-lo demás uno. La soledad absoluta es la falta de amor y ahí es muy difícil encontrar estado de gratitud, de felicidad. De todas maneras, no creo en la idea de “ser feliz", quiero destituir esa idea. Para mí la felicidad es un estado transitorio. En todo caso, sí creo en transitar la vida con el máximo bienestar.
  
-Si tuviera que elegir solo uno, ¿cuál diría que fue su día más feliz?
  
-Me gusta seguir pensando fuera de la escala de" mejor o peor". Creo que parte de la infelicidad que sostiene nuestra sociedad es este pensamiento binario. Así como la idea de que el nivel de ingresos plantea la realidad situada en este paradigma que es nada más y nada menos que el capitalismo, en donde los niveles de ingresos económicos determinan el estatuto social de un sujeto y su capacidad de goce, el pensamiento binario de "lo mejor o lo peor", forma parte de esta misma trampa filosófica de la que tenemos que salir. Si hay un camino positivo para encontrar más espacios, ya no de felicidad como estado utópico, sino de bienestar del alma, de tranquilidad necesaria y de capacidad de darle cauce a nuestros deseos es salir del pensamiento binario: hombre-mujer, rico-pobre, oprimido y opresor, el pensamiento binario que determina esta crisis constante de oposiciones en las cuales se degrada nuestra integridad.


Pamela Stupia, escritora

-Kant decía que “la felicidad, más que un deseo, alegría o elección, es un deber”. ¿Está de acuerdo?

-Sí, estoy de acuerdo. A veces es difícil porque nuestra felicidad depende de muchas cosas, sin embargo, creo que también somos muchas veces responsables de ella. De salir a buscarla, de entender qué nos hace felices y cómo llegar a eso. Todos deberíamos plantearnos la meta de ser felices e ir por ello.
  
-¿Se puede ser feliz en un contexto adverso?

-Creo que la felicidad son momentos y podemos tener momentos felices incluso en épocas no tan buenas. El problema es que muchas veces creemos que solo seremos felices cuando nuestra vida sea perfecta, lo cierto es que esa perfección no es tan real y, por ende, no es necesaria.

-¿Creé que hay una correlación entre la felicidad y el nivel de ingreso?

-Definitivamente no.

-¿Se puede ser feliz en soledad?

-Claro que sí. Todos tenemos metas o deseos diferentes y no creo que sea necesario estar rodeados de personas para alcanzarla. Es lindo compartir la felicidad, claro, pero creo que igualmente debe ser en cierto punto individual, no dependiente de otra persona.

 -Si tuviera que elegir solo uno, ¿cuál diría que fue su día más feliz?

- El día que terminé de escribir mi primera saga, 14/7. Me sentí muy feliz al entregarla porque significó mucho para mí: un sueño cumplido, un nuevo camino y una demostración a mí misma de que se puede ser feliz en momentos adversos. La posibilidad de escribir esa saga surgió cuando acababa de perder a mi abuela y fue lo que me sacó de ese pozo del que siempre creemos que nunca podremos salir. Y estuve acompañada durante todo el proceso de esa saga por mi familia, mis amigos y los que quiero. Fue especial.

Publicado originalmente en Revista Quid.