jueves, 23 de abril de 2020

5 preguntas sobre la venganza

Cinco preguntas a cinco personalidades de la cultura sobre el tema de tapa de revista Quid: la venganza.

Por  Nando Varela Pagliaro



Fernando Samalea, músico.

- ¿Alguna vez fantaseaste con algún tipo de venganza?

-Y…sin ánimo de ponerme en místico plomazo, soy de los que creen que esa "venganza divina" llega sola, sin interceder con mano propia. El famoso “todo vuelve”. Mis viejos me inculcaron lo de conciliar siempre, dentro de lo posible. Ya el mundo es muy triste para fomentar más daños innecesarios. Me gusta la idea de que todo conflicto pueda hablarse entre los involucrados, buscando un acercamiento. Y si el caso es muy grave, más vale hacerse a un lado y protegerse de la negrura ajena, me parece.

-Si tuvieras la posibilidad de viajar en el tiempo, ¿de qué personaje histórico te gustaría vengarte?

-Hay demasiados ejemplos espantosos, sujetos despreciables que solo han traído oscuridad a la historia de la Humanidad, como Nerón, Hitler, Videla, Daria Saltykova, Mussolini, Pinochet, la condesa húngara Erzsébet Báthory o lamentablemente muchísimos otros, que ni haría falta nombrar. Pero, como decía, más vale dejar correr ese enchastre social y pensar en cosas lindas.

- Dentro de la literatura o el cine, ¿cuál es tu personaje vengativo favorito?

-Llegado el caso, me inclino por quienes deseen vengarse en función de causas nobles, combatiendo injusticias y demás. En la ficción, el Animé o en las epopeyas heroicas del cine y la literatura, la venganza y la justicia se tiñen casi del mismo carácter. Siento empatía por lo que se ve en films de Clint Eastwood, Gladiator, Braveheart, The Profesional o historias de Samurais, Mitología Griega, heroínas de Miyazaki y diarios de Ernesto Guevara. Y cómo olvidar a Juana de Arco, mi favorita.

- Balzac decía que “en la venganza el más débil es siempre más feroz” ¿Qué opinás de esta frase?

-Es muy veraz, y les da la razón a quienes afirman que los más débiles e inseguros suelen ser muy peligrosos. Sabemos que se puede hacer mucho daño al actuar con cobardía.

- ¿Existen otros caminos de salida del rencor o el resentimiento?

-Claro que sí.  Se habla tanto de que ambos siembran dolor en uno mismo que, al menos para mí, solo veo eso de preservarme y protegerme. Obviamente, todos respondemos a instintos naturales, a veces ingobernables, pero vale la pena intentar mantener la razón y buscar una salida luminosa. En definitiva, nos beneficia a todos.  


Camila Fabri, escritora

- ¿Alguna vez fantaseaste con algún tipo de venganza?


- Curiosa la pregunta. Sin ánimos de traer una anécdota clara, sé que fantaseé con venganzas en las que quise, de algún modo estrafalario, que cierta información le llegue a alguna persona sin que fuera yo la interlocutora directa. Quiero decir: enviar la noticia sin que esa acción me involucrara, directa o indirectamente. No sé si esto aplica como venganza, pero éste ha sido un acto consecuente a un desamor. Venganzas cinematográficas o fantásticas no tuve. Nunca me animé. Sospecho ahora tendría más caracteres e ingenio para responder la pregunta, pero no es el caso.

-  Si tuvieras la posibilidad de viajar en el tiempo, ¿de qué personaje histórico te gustaría vengarte?

- El deseo de venganza no es algo que me mueva demasiado. ¡Tuve que pensar mucho esta respuesta! Me gustaría vengarme de David Foster Wallace, de Sara Gallardo, de Ayrton Senna, de Truman Capote, de Quino. Porque hacían tan bien esas cosas que hacían

- Dentro de la literatura o el cine, ¿cuál es tu personaje vengativo favorito?

- Hay muchos, muchas y muy diversos. Ahora mismo pienso en el comando estadounidense comandado por Aldo El Apache Rein- Brad Pitt- en Bastardos sin Gloria de Quentin Tarantino, ese grupo de soldados judíos, estadounideses y alemanes que colabora con la resistencia francesa para matar soldados alemanes y provocar terror en las filas nazis. Con ese humor oscurito y vengativo, el comando de Apache Rein termina prendiendo fuego a Hitler. De un modo similar, Tarantino se venga o se divierte en Erase una vez en Holywood, jugando a que salva a Sharon Tate de ese triste final que conocemos todxs. Me gusta eso que hace Tarantino. Ese: ¿qué hubiera pasado si? ese “juguemos a cambiar la historia”.

- Balzac decía que “en la venganza el más débil es siempre más feroz” ¿Qué opinás de esa frase?

- Sospecho que hace referencia a aquel que no usa la venganza como moneda corriente. Es más feroz porque tiene la potencia primera, la suerte del principiante. Los ideales puestos en esa única vez que activará el plan macabro. Si la pregunta es si estoy de acuerdo: lo estoy. Creo que, en apariencia, el más débil siempre es el más voraz.

- ¿Existen otros caminos de salida del rencor o el resentimiento?

-El único camino de salida que conozco del rencor y el resentimiento es una buena conversación con mi analista; quiero decir, esa hora que dura la sesión en la que un intercambio de ideas convierte el tema protagonista en algo más bien vaporoso, mágicamente, en un bollo de menor importancia. Sí, tengo la fe puesta en el psicoanálisis. No creo en las venganzas como acción, dan dolor de cabeza y prefiero ahorrar ese Ibupirac.


Nicolás Artusi, periodista

- ¿Alguna vez fantaseaste con algún tipo de venganza?

-La venganza es una fantasía que se me aparece de manera cotidiana, en los casos bien banales y con consecuencias más bien leves: fantaseo con vengarme del taxista que no me para subiéndome en la cuadra siguiente y hablándole todo el viaje si él quisiera escuchar música o, más fabuloso aún, publicando un diario falso con noticias imposibles para el vecino que me lo roba del palier.

 - Si tuvieras la posibilidad de viajar en el tiempo, ¿de qué personaje histórico te gustaría vengarte?

-Me vengaría del conductor del tranvía que atropelló a Gaudí: habría querido ver La sagrada familia terminada o, en su defecto, al arquitecto beato entregando su alma al diablo para poder acabar su obra.

 - Dentro de la literatura o el cine, ¿cuál es tu personaje vengativo favorito?

-Soy fan de todo aquel que se empecine en una venganza bien planeada pero mal ejecutada: Pierre Nodoyuna, por ejemplo, siempre intentando poner un palo en la rueda de los autos locos acaso para vengarse por sus escasas aptitudes deportivas, o Lex Luthor, eternamente traumado por una calvicie galopante que dedica su vida a vengarse del hombre con súper pelo y de paso conquistar el mundo, pero infalible en el fracaso.

 - Balzac decía que “en la venganza el más débil es siempre más feroz” ¿Qué opinás de esa frase?

-Coincido con la frase de Balzac aunque sea un hombre poco fiable: adicto al café (se dice que tomaba más de 80 tazas por día), terminó escribiendo el “Tratado contra los excitantes modernos” como un modo de vengarse por un persistente dolor de estómago.

 - ¿Existen otros caminos de salida del rencor o el resentimiento?

-El desafío deportivo, la pulla, el juego de mesa, Twitter, la apuesta o, más nocivo para uno por persistente y hasta eterno, el trauma y la mufa.


Tamara Tenenbaum, escritora y periodista

- ¿Alguna vez fantaseaste con algún tipo de venganza?

-Sí, muchas veces.

- Si tuviera la posibilidad de viajar en el tiempo, ¿de qué personaje histórico te gustaría vengarte?

-Del tipo que manejaba el camión que embistió el micro donde iba Gilda.

- Dentro de la literatura o el cine, ¿cuál es tu personaje vengativo favorito?

-Jo March.

- Balzac decía que “en la venganza el más débil es siempre más feroz” ¿Qué opinás de esa frase?

-Por supuesto. La venganza de los elegantes es hacer un favor.

- ¿Existen otros caminos de salida del rencor o el resentimiento?

-La generosidad, claro. La peor de las venganzas.

Jazmín Riera, escritora

- ¿Alguna vez fantaseaste con algún tipo de venganza?

-Creo que tal vez cuando era más chica. Solía hacer comedia musical, era muy tímida, por ende siempre terminaba en la fila de atrás. Y recuerdo haber pensado “cuando sea más grande ya verá este profesor…”. Más que una venganza, tal vez era un intento mental de programar una futura revancha. Por suerte dejé comedia musical, no era lo mío.

- Si tuvieras la posibilidad de viajar en el tiempo, ¿de qué personaje histórico te gustaría vengarte?

-Poniéndome en el rol de vengadora me resulta difícil elegir a alguien. Es raro poder experimentar este tipo de resentimiento con alguien que me precedió en el tiempo, porque al no ser contemporáneo mío no tuve punto de contacto que lo relacione con mi vida actual, pero si tuviera que elegir a un personaje de la historia, creo que es muy probable que vaya por Hitler.

- Dentro de la literatura o el cine, ¿cuál es tu personaje vengativo favorito?

-Cuando era pequeña, una de mis películas favoritas principalmente cuando se acercaba la navidad, era “El grinch”, así que creo que tengo que elegirlo a él por el humor y la acidez que maneja en su venganza. 

- Balzac decía que “en la venganza el más débil es siempre más feroz” ¿Qué opinás de esa frase?

-No sé si me gustaría usar la palabra débil, pero puedo entender a lo que se refiere. Siento en algún punto, que en el ser humano la acumulación de rencor y resentimiento puede ir potenciando esa sed de venganza. Porque al ser personalidades frágiles que no puede extrovertir sus sentimientos negativos, van generando agresión interna posiblemente incontrolable. Termina convirtiéndose casi en un arma de una venganza que terminará explotando por los aires.

- ¿Existen otros caminos de salida del rencor o el resentimiento?

-Creo que a través del perdón con el otro y con uno mismo. Abrazar ese sentimiento, curarlo con paciencia y comprensión. A veces se hace difícil porque pienso que la persona no llega a ser totalmente consciente de su interna y eso es complicado. Es muy importante poder extrovertir ese sentir y poder cambiar la energía para que pueda transmutar esa posible agresión.

Gentileza de Revista Quid.




Entrevista a Pedro Mairal: “La buena literatura es lo que no mostrarías en Instagram”


Por Nando Varela Pagliaro

“Lo que no mostrarías en Instagram, lo que querés que no salga en la selfie, el lado b, lo que hace la gente cuando cierra la puerta de su casa, eso para mí es la buena literatura”. El que habla, sentado a una mesa de un bar en el tradicional barrio de Belgrano, es Pedro Mairal.

El autor de La uruguaya acaba de publicar Breves amores eternos, un libro que de alguna manera son dos. En la primera parte, reúne sus relatos más recientes y en la segunda, su volumen de cuentos titulado Hoy temprano, publicado por primera vez en el año 2001. 

Tanto en la primera parte, la que incluye los relatos nuevos, cuya temática gira alrededor de las relaciones de pareja, el deseo y lo sexual, como en la segunda, donde se explaya en distintos tipos de historias e incluso de género, Mairal, como dice Santiago Llach en la solapa del libro, “se las arregla para producir felicidad en el lector”. En la solapa opuesta, sus datos biográficos dicen que Pedro Mairal nació en Buenos Aires en 1970, que con apenas 28 años recibió el Premio Clarín de Novela por Una noche con Sabrina Love, que luego fue llevada al cine por Alejandro Agresti; que además publicó las novelas El año del desierto y Salvatierra; los libros de poesía Tigre como los pájaros y Consumidor final; que en 2011 condujo el programa de televisión Impreso en Argentina; que en 2013 publicó la novela en sonetos El gran surubí y El equilibrista, una recopilación de las columnas que escribió para el semanario Perfil; que en 2016 publicó La uruguaya, una novela que es un éxito internacional de crítica y público; que sus últimos libros son Maniobras de evasión (2017) y Pornosonetos (2018) y que su obra fue traducida a más de once idiomas.

Si bien están todos tus cuentos, ¿por qué preferiste ponerle Breves amores eternos y no “Cuentos completos”?

“Cuentos completos” me sonaba como a lápida. Además, si estás vivo, después siempre quedan incompletos los cuentos completos. 

¿Por qué no sacar Breves amores eternos solo?

Hoy temprano había quedado completamente agotado y ese libro tiene sus lectores y su público que lo reclamaba. Pensá que se editó en el 2001 y sobre todo el cuento que le da título al libro es un cuento que se da en escuelas, es una especie de best hit que había empezado a circular solo por Internet y yo quería que volviera al libro. Por eso aprovechamos la volada y agregamos ese libro como una especie de bonus track.

Teniendo la posibilidad de reeditarlo, ¿te dieron ganas de retocar algunos cuentos?

Cuando los empecé a leer, me di cuenta de que hay cosas estilísticas que hoy escribiría de otra forma, pero me pasa algo que también me pasó con la reedición de Una noche con Sabrina Love que es que el cuarentón que soy ahora no tiene por qué corregir al veinteañero que escribió eso. 

Esas cosas estilísticas que hoy cambiarías, ¿te llegan a avergonzar?

No, eso no. Creo que son cuentos con una voz bastante consolidada. Sí me doy cuenta de que hay una voluntad de probar ir hacia muchas direcciones distintas. En cambio, en Breves amores eternos ya hay una voz de un cuarentón que habla de las relaciones de pareja. 

Después de Una noche con Sabrina Love publicaste Hoy Temprano y después La uruguaya, tu otra novela de gran éxito, publicaste Maniobras de evasión y ahora Breves amores eternos. Pareciera que después de mucha exposición, necesitaras refugiarte en el cuento o en textos más cortos y sacarte de encima la presión de hacer otra novela. ¿Hay algo de eso?

El mercado y el gran público quiere la novela, funciona como un ladrillo de venta porque además es más fácil de leer, requiere menos esfuerzo, porque hacés el esfuerzo una sola vez de entrar en ese mundo y después ese mundo te ampara. Un libro de cuentos es más exigente con el lector, te requiere que te metas en cada cuento por primera vez en ese universo.

Como lector, ¿disfrutás igual de la novela que del cuento?

No soy un buen lector de novelas, me gusta más leer cosas breves, quizás porque soy medio vago. Me formé leyendo esos textos breves de Borges que son como una explosión en muy pocas líneas o los cuentos de Cortázar, o la poesía, que es la forma de mayor condensación de sentido.

¿Siempre te pasó esto de no poder abordar textos más largos o te pasa más a partir de esa fuente de distracción continua que son las redes sociales?

No sabría decirte si es por culpa de las redes. Con la novela, sobre todo como escritor, siento como una especie de obligación y me da un poco de bronca tener que escribirla. Por eso, hasta que no tengo muchas ganas y la historia me lo reclama, no me siento a escribir una novela.

Más allá de que la historia te lo reclame, ¿no tenés un plan de trabajo diario?

Solo tengo un plan cuando estoy escribiendo una novela. Ahí sí me siento y trabajo, no espero los raptos de inspiración porque eso no existe. Lo único que existe es sentarse a trabajar. 

Con la lectura, ¿tenés la misma relación o sos un poco más obsesivo como Martín Kohan que todos los días se propone leer al menos 90 páginas?

Por suerte no tengo esa obsesión. Martín la pasa mal con eso porque además si un día lee 80, al otro día tiene que leer 100 para recuperar las 10 que no leyó. A mí me están cambiando mucho los hábitos de lectura. Cada vez leo más online. Estoy leyendo todo el tiempo, pero de manera fragmentada.

Escribís, hacés música, das talleres y tenés un programa de radio, son demasiadas cosas, ¿te cuestionás cómo administrás tu tiempo?

Hago muchas cosas, pero es muy raro cómo administro mi tiempo. Para hacer una canción necesitás tiempo libre, tenés que estar paveando con la guitarra, probando cosas hasta que tal vez sale una línea melódica. Pero estás en un lugar que es difícil de explicar, incluso si alguien te ve desde afuera estás como papando moscas. Tenés que estar disponible para las ideas y el juego mental y eso me cuesta conseguirlo porque me digo “ahora no puedo, tengo que preparar el seminario, tengo que ensayar o tengo que escribir la contratapa”. Muchas veces me da bronca no estar disponible para la creatividad.

¿Lográs superar la culpa de estar con la guitarra o con cualquier otra cosa en vez de estar escribiendo la novela que supuestamente deberías estar escribiendo?

No usaría la palabra culpa porque estoy bastante libre de culpa, sí me agarra una especie de alarma que me dice “deberías estar haciendo otra cosa”. Igual, hay cierto disfrute en eso, hay una rebeldía medio boba, por eso siempre prefiero estar escribiendo lo que no debería estar escribiendo. En general, le mando libros a los editores pidiéndoles disculpas, les digo “te había prometido una cosa, pero salió otra, fijate qué te parece”. Cuando tenés buenos editores, aceptan que seas multifacético y no se quedan con el contratito de lo que les habías prometido. Así me pasó con Casciari cuando le mandé El gran surubí, por ejemplo. No somos máquinas de sacar novelas. Me encantaría escribir Una noche con Sabrina Love y La uruguaya todos los años, pero no, me pasa cada veinte años.

Recién nombraste El gran surubí, así como reeditaron Hoy temprano, ¿existe la posibilidad de que reediten tus primeros libros de poesía?

Me encantaría, pero no quiero abusar con las reediciones. Voy despacito, voy dando un libro nuevo y una reedición. En Emecé quieren sacar todo, ahora sale El gran Surubí. Los poemas, los veo más para el 2022, si el mundo sigue girando. 

Más allá de no publicar, seguís escribiendo poesía y de hecho compartís algunos poemas por las redes sociales.

Las redes bajan mucho la ansiedad de la publicación porque un poema, si vos tenés diez mil seguidores, capaz que cuando lo subís lo vieron unas dos mil personas en un día, que es mucho más que cualquier tirada de un libro de poesía.

¿Perdés mucho tiempo en las redes?

Sí, se me va mucho tiempo. El otro día me avergoncé mucho. Hay una parte de Instagram en la que vos te podés meter y te dice cuánto tiempo pasaste por día. En mi caso decía 55 minutos y es un montón.

¿Es la red que más usás?

No, Twitter es la que más uso, pero no sé cuánto tiempo paso ahí. Lo que me pasó después de ver ese número es pensar cuánto tiempo juego con mi hija. Serán unos quince minutos. Después la cuido, pero ¿cuánto tiempo juego? No más de eso. Está mal pasar 55 minutos en una red social y 15 minutos con tu hija jugando. Hay que aprender a apagar todos estos juguetitos. Lo que pasa es que la construcción de la identidad está pasando por ahí. Entonces, vos sos un poco el que construís ahí, el que los otros ven, estás más ahí que sentado donde estás físicamente.

En Breves amores eternos hay mucho de deseo, de encuentros fugaces, pero no sé si tanto de amor. Estás por cumplir cincuenta años, ¿qué se espera del amor a tu edad?

Para contestarte eso debería escribir un libro. Yo veo que en estos cuentos no hay luz al final del túnel. Lo escribí en un momento asfixiado de mi vida, por eso todos los personajes están asfixiados en situaciones de pareja. Si ahora escribiera sobre relaciones de pareja lo haría distinto, con un poco más de esperanza. No sé qué más decirte más allá de esa obviedad de que cada pareja es particularmente única. Incluso, uno es distinto con cada pareja. En todo caso me interesa ir a ese lugar de esa intimidad muy fuerte de la construcción del deseo y cómo eso va variando a lo largo del tiempo en una persona. 

¿Cuán importante es el deseo para sostener una pareja?

La verdad no lo sé. Lo que me interesó mostrar en Breves amores eternos es cómo de pronto alguien se siente deseado y se prende fuego, tiene una especie de súper poder.

Pero ese deseo, ¿es efímero o alcanza para sostener a una pareja?

Creo que no se pueden establecer reglas sobre las parejas porque cada pareja es una cantidad de variables muy grande. Lo que sí sé es que es muy difícil mantener una pareja, sobre todo si pasás mucho tiempo junto, tenés que ir evolucionando y reencontrándote. No podés dar por sentado el amor del otro. Si no termina pasando como dice Fabián Casas: “esta es la habitación donde mis padres se convirtieron en hermanos”. Pero la verdad es que no tengo ni idea, no soy el gurú del amor, yo escribo sobre rupturas, no sobre parejas que se salvan. 

En el libro, el sexo ocupa un lugar central, ¿creés que los argentinos somos muy pudorosos para leer y escribir sobre sexo?

No sé si hay alguna diferencia con otros países. La sexualidad en la literatura argentina aparece en general mezclada con la dominación y la violencia, tiene un peso bastante duro. Creo que llegó el momento de escribir de una manera más celebratoria con respecto a la sexualidad. Por suerte, las mujeres están escribiendo mucho sobre el deseo, a los hombres nos está costando más porque enseguida todo suena a machirulo.  Me parece buenísimo que las mujeres estén escribiendo sobre el deseo, pero no me parece bien que los hombres nos estemos amordazando.

¿Pensás que es por el miedo a ser juzgados?

Y sí porque enseguida queda algo fuera de lugar, sobre todo en el ambiente cultural, donde hay una represión enorme. Para mí la página es el lugar donde uno tiene que ejercer la máxima libertad. Si es incorrecto lo que estás escribiendo, tenés que bancártela. La literatura no puede ser algo que viene a enseñar, a dar el buen ejemplo, no puede ser didáctica. La literatura es la condición humana y no se puede escribir desde la corrección política.

Con todos estos cambios impulsados por el feminismo, ¿te leés a vos mismo de otra manera?

Sí, incluso quizá hay cosas que no escribiría ahora. Hay textos que claramente tienen un yo detrás, como los de Maniobras de evasión, pero a mis personajes los puedo volver políticamente correctos o incorrectos porque una cosa soy yo y otra mis personajes. Hay una escritora norteamericana que escribió una novela sobre mexicanos y como no es mexicana la están matando. Esto tiene un riesgo muy grande porque es una especie de puesta en duda del derecho a la ficción. Yo no estoy de acuerdo con eso. Creo que la invención literaria es un ejercicio de empatía, es meterse en los zapatos del otro.

Como lector, ¿disfrutás más de los libros de ficción que de eso que llamamos literatura del yo?

Las dos cosas me gustan. Ayer por ejemplo disfruté mucho ver en Netflix una película sobre extraterrestres que se llama Arrival. Me gustó mucho meterme en una textura fuera de lo verosímil.

Nombraste a Netflix, la segunda droga de esta época luego de las redes sociales, ¿se te va mucho tiempo ahí?

No, pero me gusta encontrar cosas todo el tiempo.

¿Qué recomendarías de lo que viste últimamente?

Peaky Blinders, Succession y Fleabag me gustaron mucho. Disfruto cuando hay un buen guión detrás. Yo soy capaz de escribir algo que puede funcionar en la página, pero no me podría dedicar al cine porque hay demasiadas cosas que pueden fallar.

Sin embargo, tuviste varias experiencias en cine, ¿en qué etapa está la posibilidad de llevar La uruguaya al cine?

El guión ya lo terminé y ahora están en la etapa de buscar financiamiento. Sé que a Drexler le gustó mucho el libro y está apalabrado como para hacer una canción. Diego Peretti no sabe de qué lado de la cámara va a estar, si codirigiendo o actuando. Después hay una productora brasileña también metida, pero los tiempos del cine solo el señor los sabe.

¿Te ves escribiendo una segunda parte de La uruguaya?

La verdad es que no, me gustan los universos cerrados. No me interesa crear una saga en un mismo espacio. Para mí así se debilitan las historias, se parasitan las unas a las otras.

Recién nombraste a Drexler, a quien recientemente entrevistaste en tu programa de radio, ¿cómo te sentís en esta nueva faceta de entrevistador?

Me gusta mucho entrevistar porque aprendí que básicamente es escuchar. Si venís con una grilla de preguntas muy rígidas, interrumpís al otro todo el tiempo y la conversación no fluye. Además, me gusta hacerlo porque me obliga a leer mucho y a escuchar más música.

Y la música, ¿qué lugar ocupa? Me acuerdo que en la nota anterior que hicimos recién estabas agarrando el ukelele.

Todo arrancó en el 2015 en una residencia de escritores que fui con Cucurto. Ahí él se puso a pintar y yo me llevé el ukelele y empecé a tocar. Ver la libertad expresiva que tenía Cucurto, de alguna forma me habilitó a mí a volver a las melodías. Desde entonces hice más de sesenta canciones. Después, hará unos dos años, me encontré con Rafa Otegui, armamos el dúo Pensé que era viernes, empezamos a tocar en vivo y probablemente este año saquemos un disco que estamos produciendo junto con Yago Escriva de Ainda Dúo. Estoy muy contento de ver cómo en este tiempo creció tanto la rama de la composición que estaba dormida.

Por último, una pregunta que suelo hacer muchas veces, ¿cuándo sentís que tuviste un día productivo?

Por ahí mi día es productivo si toco un poco la guitarra, si escribo y compongo, mejor todavía o si cumplo con alguna entrega. Pero creo que sobre todo será productivo si puedo jugar con mi hija. Si sentí que estuve presente y no a las puteadas, corriendo detrás de un tren al que no llego, atravesado por las redes. Un buen día es un día en el que pude ser consciente de que lo viví.

Gentileza de Revista Quid