miércoles, 31 de agosto de 2011

Hijos en Suipacha

El sábado 3 de septiembre a las 23.30 nos vamos a presentar en el Bar Ofelia (C. de San Lorenzo y Santiago del Estero – Suipacha). Los esperamos.



lunes, 29 de agosto de 2011

El mejor amigo de un soldado lloró su muerte



Jon Tumilson fue uno de los 30 soldados estadounidenses que murió en Afganistán el 6 de agosto cuando un lanzagranadas alcanzó un helicóptero Chinook. Su cuerpo fue velado en un servicio en Rockford, Illinois, al que asistieron 1.500 familiares y amigos, y Hawkeye, su perro y más fiel compañero.



El labrador retriever era una parte tan importante de la vida de Tumilson que las personas cercanas al soldado de San Diego llamaron a la mascota su "hijo".



Cuando el amigo de Tumilson, Scott Nichols, se dirigió al frente de la sala para decir unas palabras de recordación, Hawkeye lo siguió. "Y cuando Nichols se preparaba para despedir a su amigo, el perro se tumbó a los pies del ataúd", narró Today.com. No se apartó de allí durante todo el funeral.



La desagarradora foto del duelo de la mascota fue tomada por Lisa Pembleton, una prima de Tumilson, quien luego la publicó en Facebook.

Vía Yahoo! Noticias.

Tocando en Chascomús



Acá, más fotos.

viernes, 26 de agosto de 2011

Los ojos del perro siberiano



"Cuando empezó a tomar AZT, Ezequiel se vio obligado a llevar una dieta sana y a realizar ejercicios, para contrarrestar los efectos de la droga.

Todos los días salía con Sacha a realizar largas caminatas, y esas caminatas lo llevaban lunes, miércoles y viernes, a la puerta del instituto donde yo estudiaba.

La primera vez que lo vi parado en la puerta esperándome, me temblaron las rodillas, a mí no se me había permitido ir a verle a la clínica, es más, hacía más de tres meses que no nos veíamos, si bien yo estaba enterado de todo lo que pasaba, había desarrollado un sexto sentido para escuchar a mis padres cuando hablaban de él, y además la abuela, siempre la abuela, me contaba. Me sentía en falta por no haberlo visitado.

—No me dejaron ir a verte —le dije sin saludarlo siquiera.

Ezequiel sonrió, tenía una sonrisa apagada, todo él estaba apagado, no era ya la persona luminosa de antes. Estaba asustado, algo de lo que no me di cuenta hasta que fue tarde.

—Ya sé, no importa. La abuela siempre me manda saludos tuyos. ¿No te molesta que te venga a buscar?

Le contesté que no, por supuesto. Esa primera vez y las siguientes nos limitamos a caminar en silencio hasta la parada del colectivo, con Sacha correteando entre ambos.

A la segunda semana, Sacha ya saltaba para recibirme apenas ponía un pie fuera del instituto. Lo cual me hizo ganar la simpatía de muchos de mis compañeros.

Sacha nos daba tema de conversación. Yo no me animaba a preguntarle de su enfermedad, ni de su dieta, entonces le preguntaba sobre la dieta de Sacha. Ezequiel me contaba qué le daba de comer y cómo la cuidaba, de los libros que había leído para cuidarla bien. Se lo tomaba todo con absoluta seriedad, sabía muchísimas cosas de los perros del ártico, su historia, sus costumbres, y sus diferencias con los perros de origen europeo.

Hablando de ella fue que un día me dijo:

—Uno de los motivos porque quiero tanto a este perro es por sus ojos. Desde que estoy enfermo la gente me mira de distintas maneras. En los ojos de algunos veo temor, en los de otros intolerancia. En los de la abuela veo lástima. En los de papá enojo y vergüenza. En los de mamá miedo y reproche. En tus ojos curiosidad y misterio, a menos que creas que mi enfermedad no tiene nada que ver con que estemos juntos en este momento. Los únicos ojos que me miran igual, en los únicos ojos que me veo como soy, no importa si estoy sano o enfermo, es en los ojos de mi perro. En los ojos de Sacha".

Antonio Santa Ana

miércoles, 24 de agosto de 2011

Hijos en Chascomús y Saladillo

El viernes 26 a las 23.30 nos vamos a presentar en “Unbar” (Av. Lastra y Costanera - Chascomús) y el sábado 27 a la misma hora vamos a estar en “Carpe Diem” (Pereyra 3936casi Ruta 205 - Saladillo). Los esperamos.

viernes, 19 de agosto de 2011

El poder de la literatura

Acabo de terminar “La venganza del cordero atado”, el primer libro de César González(Camilo Blajaquis). No sé si su obra posee un potencial talento artístico, no seré yo quien la juzgue. Lo que sí puedo afirmar es que vale la pena leerla sólo para comprobar el milagro que la literatura pudo realizar en un chico con su historia de vida.

Para aquellos que quieran saber más acerca de este joven que logró dejar de ser un “pibe chorro” para convertirse en un poeta, les dejo un poema y un video en el que cuenta cómo fueron sus años de encierro.



Panorama Instantáneo



La calle parece tan lejos.

Mi casa. Mis hermanos.

Celdas. Paredones. Policías.

Todo es muy perfecto.

Un avión que despega trae alivio.

El mundo todavía existe.



La libertad es una monja

nunca nadie la ha poseído.

Aquí los apartados del mundo

la basura bajo la alfombra

la injusticia maquillada con alambrados.



Síntomas de una humanidad enferma

rehénes del olvido y el desprecio

Hora del recuento.

Silencio, obediencia, rencor mudo…





miércoles, 17 de agosto de 2011

Hijos en Cañuelas y Gral. Rodríguez

El viernes 19 a las 23.30 nos vamos a presentar en “Old West” (Av.libertad 523 – Cañuelas) y el sábado 20 a la misma hora vamos a estar en “El Refugio de Montaña” (Avellaneda 890 – Gral. Rodríguez). Los esperamos.

martes, 16 de agosto de 2011

Noticias de la muerte



Por Reynaldo Sietecase



Se murió un ex compañero de la escuela. Me lo comunicaron con un mensaje de texto simple y directo: se murió Marcelo Costa. Fue justo en el momento en que estábamos organizando un encuentro de condiscípulos. Uno de esos ritos en los que con aire jocoso y fraterno recordamos lo que fuimos cuando el mundo era nuestro y la muerte apenas una palabra.

Se murió Marcelo Costa. No era mi amigo, pero la noticia me provocó una inexplicable congoja. Era uno de los más estudiosos del curso. La última vez que nos vimos, me enteré de que lo habían nombrado juez en una localidad cercana a Rosario. Estaba un poco gordo pero recuerdo que se reía de eso. Me contó que el techo de su juzgado tenía humedad, que le faltaba gente y sobraban expedientes y que, a pesar de las dificultades, le gustaba lo que hacía. Parecía el mismo chico del cole. Aplicado, correcto, un poco olfa.

Desde hace unos días me pregunto por qué la noticia me causó tanta tristeza. Más allá de aquel encuentro de ex compañeros con Marcelo Costa no mantenía ninguna relación. Además, siempre pienso que estoy bastante armado ante la tragedia. Tengo cierta experiencia. Perdí a mi madre siendo adolescente, luego a mi padre y un par de mis amigos se fueron de copas sin avisar y nunca más volvieron. Pero algo me pasó con la noticia.

¿Será la idea de la propia finitud? Creo que era Bioy Casares quien decía que ochenta años era muy poco tiempo para todas las cosas que quería hacer y lamentaba que la vida y la pasión fueran demasiado cortas. Murió a los 84. Al igual que su amigo Borges, el escritor argentino más elegante pretendía ochocientos años de vida aunque era consciente de que a los setecientos noventa y nueve querría pedir ochenta más.

Por las dudas, si alguien de allá arriba está tomando la lección no pienso levantar la mano. En la escuela casi nunca lo hacía, ni siquiera cuando estudiaba. Ahora que lo pienso, tal vez fue eso: Costa siempre estaba dispuesto a pasar al frente.

La muerte es un misterio. Es algo extraño porque si bien varias culturas la tienen como su centro, los vivos no saben nada de nada. Sólo se conoce lo que se ha perdido. El dolor que provoca la ausencia del ser querido. Después viene la resignación. Y más tarde, si persiste el amor, el recuerdo. Eso es lo que de verdad se conoce. Lo demás es pura imaginación. Nadie vuelve para contarlo. Ni siquiera Víctor Sueiro. Cuando el hombre tomó conciencia de ese abismo, se disparó la fantasía del regreso posible.

La literatura visitó el tema hasta el cansancio. Para las religiones no hay nada que discutir: hay otra vida con premios y castigos. Lo que se dice una promesa asegurada. En mi caso trato de reemplazar mi poca fe por un deseo poderoso. Ojalá sea como dicen. Ojalá volvamos a vernos.

A pesar de mis reparos, visito a mis muertos. No voy tanto como mi padre querría, pero voy. Tampoco estoy seguro de que estén allí los que están allí, pero voy. Es un punto de referencia. Mi padre está en un cementerio tipo jardín, cerca del aeropuerto de Fisherton. Un lindo lugar con árboles que él no puede apreciar. Le llevo flores y coñac para hacer más amable nuestra conversación. Lo extraño.

Mi madre y mis abuelos están en el cementerio El Salvador de Rosario, en el Parque de la Independencia. El lugar es un amasijo arquitectónico que contiene algunas esculturas del genial Lucio Fontana. En la actualidad está siendo intervenido artísticamente por otro talento rosarino, Dante Taparelli, quien intenta poner belleza y memoria en acción donde sólo hay cemento gris y frío. Levantó una gran pared con las fotos de las lápidas que quedaron en el abandono. Es un friso repleto de miradas que ya no miran nada.

Cada vez que paso frente a esa pared me gustaría gritar que no tengo nada que ver con la muerte. Pero sería en vano. Por eso me limito a saludar con un movimiento de la mano. Después voy en busca de la tumba de Nilda Gladis Deni para dejar unas flores, en lo posible amarillas. Ante su silencio impasible y mis dificultades para rezar, siempre descubro lo mismo: mi mamá era linda, muy linda.

martes, 9 de agosto de 2011

El faro



Viento y sal,

sol de atardecer,

luz fugaz,

sueños que hacen pie.



Un faro en el mar,

en la noche sin red,

un faro y un haz,

que gira para ver.



Claridad,

nuevo amanecr,

despertar,

silenciosa sed.



Un faro en el mar,

que espera anochecer,

un faro y un haz,

que guía al timonel.



Cabo Polonio 25/01/07

sábado, 6 de agosto de 2011

Leer y escribir


“Esta mañana vi, en un banco del Parque Intercomunal, a una mujer leyendo. Me senté enfrente para verle la cara y fue imposible. El libro absorbía su mirada y por momentos creí que ella lo sabía. Que alzar el libro de esa manera – a la estricta altura de los ojos, con ambas manos, con los codos apoyados en una mesa imaginaria – era su forma de esconderse.
Vi su frente blanca y el pelo casi rubio, pero nunca sus ojos. El libro era su antifaz, su preciada máscara.
Sus dedos largos sostenían el libro como ramas delgadas y vigorosas. Me acerqué en un momento lo bastante como para mirar incluso sus uñas cortadas sin rigor, como si acabara de comérselas.
Estoy seguro de que sentía mi presencia, pero no bajó el libro. Siguió sosteniéndolo como quien sostiene la mirada.
Leer es cubrirse la cara, pensé.
Leer es cubrirse la cara. Y escribir es mostrarla”.
Alejandro Zambra.

viernes, 5 de agosto de 2011

Impreso en Argentina

No todo es Tinelli, Rial y Chiche Gelblung, en la tele también hay cosas que valen la pena. Impreso en Argentina,el programa de Pedro Mairal en Canal Encuentro es un buen ejemplo. Acá pueden ver on line el capítulo en el que Fabián Casas, Silvia Iparraguirre y Anibal Jarkowsky hablan de Rayuela.
Los que tienen cable, pueden verlo los miércoles a las 18:30 o en las repeticiones: Jueves 14:30, Viernes 10:00, Sábados 09:00.
En los próximos capítulos abordarán la lectura de los siguientes libros:
Capítulo 6.- Misteriosa Buenos Aires
Capítulo 7.- Cuentos de amor de locura y de muerte
Capítulo 8.- La Furia
Capítulo 9.- El Entenado
Capítulo 10.- Adán Buenosayres
Capítulo 11: Los Pichiciegos
Capítulo 12.- El túnel
Capítulo 13.- Boquitas pintadas

miércoles, 3 de agosto de 2011

Fuera de mí mismo


"Hoy me desperté con una marcada sensación de disgusto conmigo mismo. Ese disgusto tiene que ver, según he podido percibir, con el hecho de llevar ya demasiado tiempo -demasiados años- viviendo fuera de mí mismo, ocupándome de cosas que suceden fuera de manera exclusiva. Y, de todos modos, cuando en algunas oportunidades he logrado llevar la mirada hacia dentro, no me he conectado con las partes más sustanciales de mí mismo, sino con los aspectos más triviales, "subconscientes". ¿Qué se ha hecho de mi alma? ¿Por dónde andará? Hace un rato le decía a Alicia que me sentía mal porque hace mucho no me conecto con la eternidad. Esto quiere decir que percibo las cosas superficialmente, que no tengo vivencias, que estoy apartado del Ser Interior; demasiado apartado, y sin tener la menor noción de los caminos posibles para acercarme. No importa qué es lo que se está viviendo cuando uno está apartado de sí mismo, todo carece igualmente de peso, todo transcurre sin dejar ninguna huella memorable.
La causa de todo esto no está, como a menudo tiendo a creer, en los reclamos del mundo exterior, sino en mi apego, o mi compromiso, con estos reclamos".
Mario Levrero

martes, 2 de agosto de 2011

Hijos en Ranchos

Agua de mar


Agua de mar,
luz mortecina,
poetas que se van,
olas suicidas.

Agua de mar,
barcos de arena y sal,
agua de mar,
cenizas de coral.

Agua de mar,
en sus pupilas,
recuerdos de cristal
que se hacen trizas.

Agua de mar,
crepúsculo estival,
agua de mar,
delfines que se van

Agua de mar,
algas dormidas,
miradas que se cruzan
y se esquivan.

Agua de mar,
espuma, yodo y sal,
agua de mar,
castillos sin final.

Agua de mar,
playas vacías,
amores que se quedan
en la orilla.

Agua de mar,
heridas sin cerrar,
agua de mar,
sirenas que se van.