domingo, 29 de diciembre de 2013

En las paredes del barrio

 

Se llamaban Maxi, Adrián y Cristian. Tenían entre veintitrés y veinticinco años. De los tres, yo sólo conocía a Maxi. Iba conmigo al gimnasio y todos los jueves jugábamos  juntos a la pelota en la canchita del Poli. Le gustaba tocar la batería y escuchaba a “Los Pistols”. Muchos le decíamos “Maxsid”, por Sid Vicious, uno de sus ídolos.
Ese viernes de diciembre, los tres habían estado en el cacerolazo que se hizo en Floresta, pidiendo “que se vayan todos, que no quede ni uno solo”. Entrada la madrugada del sábado, como tantas veces, fueron a tomar algo al barcito de la estación de servicio de Gaona y Bahía Blanca. Ahí se encontraron con Quique, el pibe de la gomería de enfrente. Los cuatro se sentaron alrededor de una de las mesas  y mientras compartían una cerveza, miraban atentos la televisión del local. Las imágenes mostraban escenas de los disturbios ocurridos la noche anterior a la renuncia de Adolfo Rodríguez Saá. En pantalla, se veía a varios manifestantes golpeando a un policía. “Está bien, si es lo mismo que hicieron ellos la semana pasada”, dijo Maxi. “Hasta acá, basta” fue lo único que salió de la boca de Juan de Dios Velaztiqui, un suboficial retirado de la Federal que custodiaba la estación.  Después sacó su arma, se paró al lado de Maxi y le disparó en la sien. Siguió con Cristian, a quien le tiró en la nuca y por último le apuntó al estómago de Adrián. Quique, el pibe de la gomería, pudo escaparse.
Desde el 5 de agosto de 2012, Velaztiqui, por el beneficio del arresto domiciliario que la justicia otorga a los mayores de setenta, cumple condena en la casa de su hija en Berazategui.
Maxi, Adrián y Cristian sólo tenían entre veintitrés y veinticinco años. Hoy que se cumplen doce años de lo que se conoce como la Masacre de Floresta, por siempre, sus caras y sus nombres seguirán pintados en muchas paredes del barrio.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Otros Mundos en los medios

A mediados de 2012 editamos “Otros mundos”, un disco con canciones inspiradas en textos de escritores argentinos. Éstas son algunas de las cosas que fueron pasando con nuestro trabajo, y que nos pareció que se merecían una página propia. Están ordenadas o desordenadas en forma cronológica:

Rolling Stone nos incluye dentro de los cinco tríos que más viene creciendo en la escena local.

Martín Zariello (Il Corvino) escribe una hermosa nota sobre nuestro trabajo en la revista Power Music.

En Página/12 reseñan el disco en la sección espectáculos.

En la revista Veintitrés, Nicolás Ruso reseña “Otros mundos” y lo califica como muy bueno.

Pablo Ramos habla del proyecto en su blog “La arquitectura de la mentira”.

Pedro Mairal, cuenta cómo se gestó el otro lado de otros mundos en "El señor de abajo".

Reseña en América 24.

Hernán Casciari habla de nosotros en Orsai.

En Ñ, Mauro Libertella, hace esta nota.

Entrevista en CM con Carucha.

En la revista “Un Caño”, Alejandro Lingenti, escribe esta reseña.

En Canal Siete, Osvaldo Quiroga nos entrevista en su programa "Otra Trama".

Presentación Eléctrica en Radio de la Ciudad.

En Radar, el suplemento cultural de Página/12,  nos entrevista,Ángel Berlanga.

Segunda entrevista en el Canal de la Música(CM).

En Vorterix, charlamos con Dany Jiménez y Reynaldo Sietecase.

Entrevista en Tiempo Argentino

Reseña y entrevista en Vuenos Airez . Acá y acá, los links.

Nota en La Viola (TN).

Entrevista en Oír Mortales (Infonews).

Entrevista en El Acople.

Entrevista en Rock.com.ar.

Nota en Tu Revista.

Reseña en cmtv.com.ar .

Reseña en Conexión Under.

Reseña en Tomás Hotel.

Reseña en Blog de Infobae.

Entrevista en Rockdt.com.

Reseña de la presentación de "Otros mundos" en Rock.com .ar.

Nota en Radio Mega (Mar del Plata).

Reseña en El Diario (Entre Ríos).

Nota en Planeta Urbano.

Nota en Mega 98.3 con Gabriela Radice.

Nota en Am del Plata con Tom Lupo.

Tercera entrevista en CM. 

Nota en Canal 2 (Villa Gesell).

Nota en Vorterix (Mar del Plata).

Bebe Contepomi nos entrevista para Vivo Rock, su programa en Canal Quiero.

En C5N con Nicolás Magaldi.

Carlos Polimeni y Julieta Camaño nos entrevistan su programa en Canal 26.

Nota con Romina Calderaro en Radio Del Plata.

Nota en Puma Argentina.

Nota y acústico en Sponsors Radio Rock.

Nota en El Ensayo Tv.

Una interesante entrevista que nos hicieron para un portal ecuatoriano de música y literatura.

Entrevista en el noticiero de Canal Quiero.

Nicolás Pauls y Carla Conte, nos entrevistan para su programa “Vivo en Argentina” en Canal Siete.

El noticiero de la Televisión Pública, nos entrevista luego de la presentación de “Otros Mundos” en la Feria del libro.

Nota de tapa en Sólo para entendidos.

Crítica en Anatomía Urbana.

     
-           



-           

jueves, 1 de agosto de 2013

Wolfgang en el frío

Por Pedro Mairal
Acordate siempre del gran compositor parado solo en esa sala enorme y helada, sin calefacción ni chimenea, esperando que lo salga a recibir la duquesa de Chabot. Llegó a París hace algunas semanas. Ya no es el niño prodigio de siete años que asombraba a las cortes europeas tocando el clave con los ojos vendados. Ahora creció, ya no es un freak de feria, un monito sorprendente que toca el violín y después salta a las rodillas de las condesas para recibir arrumacos de veneración. Ahora tiene 22 años y se convirtió en un hombre con penas de amor porque la cantante Aloysia Weber, que tan embelesada estaba con él, ya no le contesta las cartas. Va a terminar casándose con la hermana de Aloysia como un premio consuelo. Y ahí está entumecido por el frío de la aristocracia parisina que lo hace esperar.
Está buscando trabajo. Harto del maltrato y la paga ridícula del arzobispo-príncipe de Salzburgo, se fue primero a Mannheim y ahora a París, donde tiene cartas de recomendación del barón Grimm para ver si la duquesa de Chabot lo pone en contacto con la duquesa de Bourbon y consigue un puesto como músico de la corte. Las calles de París son un barrial, el transporte sale caro. Es el primer viaje sin su padre que se tuvo que quedar en Salzburgo. Lo acompañó a París su madre que se queda todo el día encerrada en una buhardilla y va a terminar enfermándose hasta morir ahí mismo en unos pocos meses.
Se abre la puerta, aparece la duquesa de Chabot y le ofrece tocar el piano de la sala disculpándose porque está desafinado. Él le dice que le gustaría mucho tocar para ella pero no puede porque tiene los dedos duros por el frío, y le pide acercarse a alguna habitación con fuego. La duquesa le da la razón, por supuesto, pero lo deja ahí parado y se pone a dibujar con sus amigos y amigas en una gran mesa, hablando y chusmeando: ¿Quién es ese? El Sr. Mozar o Mozart, algo así, dice la duquesa. Pasa una hora junto a las ventanas abiertas. Tiene frío en todo el cuerpo y le duele la cabeza, está mareado. Si no fuera por la recomendación del barón Grimm se iría enseguida. Pero se queda. Es un joven músico austríaco en la corte francesa, tiene que tener paciencia.
Como nadie hace nada, se sienta en ese piano aporreado por la juerga trasnochada y empieza a tocar. En el colmo de la humillación, la duquesa y sus amigos no paran de hablar y dibujar, no lo escuchan, y Mozart siente que toca para las sillas y las mesas y las paredes. Toca las variaciones sobre un minué de Fischer. Está Dios tocando en un piano destartalado y nadie le presta atención. Así suele pasar. Seis meses se va a quedar en París, ninguneado, golpeando puertas sin suerte. Siempre la misma historia: lo citan, gasta su plata en coches que lo llevan hasta los grandes caserones y los anfitriones o no están porque se olvidaron, o están y lo llenan de elogios “¡Es maravilloso, es asombroso!”, pero después adiós. Faltan todavía más de veinte años para la toma de la Bastilla, la aristocracia francesa está en plena fiesta, recién se está encendiendo la chispa del iluminismo que va a echar a andar las ruedas de la historia.
Quizá no lo invitaron a tocar sino a socializar en una tertulia de dibujo, donde artistas del momento dan consejos a figuras relevantes. Mozart no sabe no ser el centro de atención, no sabe entrar, introducirse con simpatía y cautela de ofidio, camuflarse, volverse los otros y de pronto ser ellos, uno más en la charla y la risa. No le sale. Eso es lo que se esperaba de él, que demostrara que podía ser parte del entramado poderoso y después en todo caso se le irían facilitando las cosas. Pero sólo va a lograr un puesto como organista en Versailles, a la altura de un jardinero, y lo va a rechazar.
Mozart deja las variaciones por la mitad y se levanta para irse. Lo elogian a rabiar. Él les dice que es difícil tocar bien por el piano desafinado, que mejor vuelve otro día cuando lo hayan arreglado pero no lo dejan ir. Lo hacen esperar en el frío otra hora, hasta que llega el marido de la duquesa que, a diferencia de su mujer y los artistas, se sienta al lado de Mozart a escucharlo con atención. Entonces Mozart se olvida del frío y del dolor de cabeza y empieza a tocar como solo él sabe hacerlo, a pesar del instrumento infame. Se lo cuenta en una carta al padre, le dice que aunque le den el mejor piano de Europa, si el público no quiere escucharlo y no le interesa, se le arruina el gusto por tocar. Pero con una sola persona escuchándolo y sintiendo con él, le alcanza para tocar el piano como si estuviera dando el más grande de todos los conciertos.

La pelota sigue en el aire

"Me pregunto si tener un hermano me habría curado de mi vocación melancólica. Patear la pelota en la cancha y que nadie me la devolviera, ¿definió mi personalidad? Esa patada tenía que ser juego y en cambio se volvía pregunta metafísica, metáfora de soledad. “La pelota que arrojé una mañana en el parque/ todavía no ha tocado el suelo”, dice Dylan Thomas. La vida entera está con uno, el niño que fuimos nos llega a la cintura, nos acompaña, somos él, mínimos, parados junto al adulto extraño que terminamos siendo. La pelota sigue en el aire."
Pedro Mairal.

viernes, 31 de mayo de 2013

Entrevista para tesis universitaria

FONOGRAFÍAS

Registro de la poesía ecuatoriana a través del rock

¿Cuéntenme  un poco sobre el proceso de creación de “Otros mundos”, cómo escogieron a los escritores y a los textos, qué relación hubo con los autores?

La idea del disco surge a partir de nuestra intención de mezclar estos dos mundos que hacen que la vida, al menos para nosotros, sea mucho más hermosa. Los mundos a los que me refiero, por supuesto, son el mundo de la música y el de la literatura. Hacer un disco como éste, nos pareció, por un lado, que era una buena forma de conjugar nuestras dos pasiones y unificarlas en un solo proyecto y por otro, quizás también el hecho de componer a partir de otros textos nos servía para corrernos un poco de las temáticas que veníamos abordando en las letras de nuestros discos anteriores. Lo curioso es que al final terminamos escribiendo sobre el barrio, el paso del tiempo, el desamor y la melancolía, al igual que en nuestras canciones anteriores.
Con respecto a le elección de los escritores, tratamos de que haya textos que puedan atrapar y gustar tanto a aquellos que leen asiduamente como a los que no tienen a la lectura como un hábito incorporado. Por eso hay textos más complejos como pueden ser los de Abelardo Castillo o Guillermo Saccomanno y otros de lectura más simple, más cotidiana, como pueden ser los de Alejandro Dolina o Hernán Casciari. Para eso, principalmente nos basamos en nuestra experiencia propia como lectores, sin dejar de ser fieles nunca a nuestros gustos personales. Otro criterio que limitó mucho la elección fue el tema de que sean todos escritores hombres. La idea en un futuro es hacer un volumen dos con canciones inspiradas en textos de escritoras. No sabemos si para un próximo disco, pero sí quizás para más adelante. La metodología de composición fue similar a la de nuestros trabajos anteriores. La única diferencia es que para escribir las letras usamos como disparadores los textos de los escritores. En la mayor parte de las canciones intentamos recrear la atmósfera del cuento y en otras, como por ejemplo: “Heridas abiertas”, “Donde nace la tristeza” o “Un mundo menos peor” lo que hicimos fue escribir adoptando la mirada de uno de los personajes del texto, a través de nuestra propia interpretación subjetiva y arbitraria.
En cuanto a la relación con los autores, tuvimos la suerte de que todos se sumaran a nuestra propuesta. Primero, leyendo un párrafo significativo del cuento en el cual nos inspiramos para componer nuestras canciones y luego también les hicimos unas entrevistas en formato video que se pueden ver en nuestro blog . De hecho, algunos como Reynaldo Sietecase, Pedro Mairal, Pablo Ramos y Hernán Casciari luego nos ayudaron a difundir las canciones y el proyecto desde sus propios espacios. Lo que nos asombró muchísimo fue la generosidad con la que todos se brindaron y nos dieron su tiempo para formar parte de algo que no sabían muy bien cómo iba a resultar. Sobre todo, escritores como Abelardo Castillo o Mempo Giardinelli, que por una cuestión generacional uno los imagina lejos del rock. Sin embargo, nos abrieron las puertas de sus casas y sus mundos; esos son gestos que nosotros agradecemos y valoramos mucho.

¿Cuál ha sido la experiencia en cuanto a la difusión de los textos o el enganche de la lectura en el público después de haber sacado el disco?

La recepción del disco por parte de los medios y del público que sigue a la banda fue muy buena.  Te mentiría si te dijera que muchos han incursionado en la lectura de los autores del disco, pero al menos algunos sabemos que lo han hecho y como decimos siempre, con uno sólo que lo haga nuestra misión como grupo de rock está más que cumplida.

¿Cuál es su relación personal con la literatura? y ¿cómo se presenta en sus creaciones musicales?

Los tres en mayor o menor medida somos bastante lectores. Cada uno tiene sus preferencias, sus  gustos personales, así como en la música y el cine, que también nos apasiona muchísimo.  En nuestras canciones, no sólo en este disco que tiene un entramado especial con la literatura, sino también en los anteriores, tratamos de que en las letras siempre se diga algo. La fuente de inspiración puede cambiar, a veces son vivencias personales, historias que nos cuentan, que leemos o que vemos. En “Inalterable”, nuestro disco anterior por ejemplo una de las canciones está basada en la película de Julian Schnabel, “La escafandra y la mariposa”. Cualquier excusa es buena para escribir una canción. Sólo hay que saber buscarla y sobre todo, tener ganas de hacerlo.

¿Qué necesita un texto para ser canción?

Lo único que necesita un texto para ser canción es ajustarse a una melodía. Luego para saber si esa canción es buena o mala hay muchísimas variantes más que pueden incidir. Nosotros, por suerte, somos músicos, no críticos.

¿Qué músicos (cantantes o grupos) pueden considerarse poetas?

En una entrevista reciente Michel Houellebecq, un escritor francés que nosotros admiramos mucho dice que “las canciones son la forma actual que toma la poesía”, por lo tanto, si seguimos su premisa hay muchísimos autores a los que uno podría considerar poetas. El listado de nombres sería tan grande e inexacto que mejor no hacerlo, pero sin duda Dylan, Cohen, Buarque, Zitarrosa, Sabina, Serrat , Krahe y Spinetta deberían estar en él.

¿Qué relaciones encuentran entre la poesía y el rock?

La relación entre la poesía y el rock viene casi desde sus comienzos. El movimiento beat de los cincuenta, liderado por Jack Kerouac y William Burroughs ha sido la fuente de inspiración de autores como Bob Dylan, o Leonard Cohen y tantos más. También el surrealismo de  Artaud que ha llevado a nuestro “Flaco” Spinetta a escribir ese bellísimo disco homónimo.  Como dice David Bowie, “la mayor parte del rock está construido de los deshechos de otras estéticas, de dos o tres claves originales, las cuales van casi siempre con tres años de retraso al resto de las artes, vive del diferido”. 

¿Cuál es la canción más poética que han escuchado?

Es imposible elegir sólo una canción. Vamos a poner tres en vez de una y nos remitimos sólo a Latinoamérica. Las tres de hoy serían: Construcción de Chico Buarque, Stefanie de Alfredo Zitarrosa  y el tango Afiches de Atilio Stampone y Homero Expósito.

¿Qué otros textos, autores o personajes de la literatura merecen ser cantados?

Muchísimos textos y autores merecen ser cantados. Sin ir más lejos, nosotros tenemos ganas de hacer un volumen dos de “Otros mundos”   con textos de escritoras argentinas que nos encantan como Liliana Heker, Mariana Enriquez o Gabriela Cabezón Cámara, entre tantas otras.

¿En qué medida una canción puede ser un señuelo para la lectura?

Es difícil saberlo, pero si tomamos nuestra experiencia como ejemplo, no son pocos los escritores que hemos conocido o a los cuales hemos llegado por medio de una canción. Spinetta por nombrar sólo un caso nos inició en el conocimiento de los “poetas malditos” a través de su emblemático Artaud, pero también nos hizo descubrir a Castaneda y hasta el mismísimo Michel Foucault.

¿De qué manera difunden su arte? ¿qué medios o plataformas son las mejores alternativas para compartir su música?

Sin duda, las redes sociales para un grupo como el nuestro son una herramienta muy valiosa. En cuanto a la música propiamente dicha, subimos nuestros discos enteros a Soundcloud y Bandcamp, pero para comunicar cualquier otra noticia nos manejamos con Facebook y Twitter. Si bien tenemos un sitio oficial, hoy sólo lo usamos para linkear hacia las otras redes.

¿Conocen algo de la literatura ecuatoriana?

Sinceramente es muy poco, por no decir nada, lo que ha llegado a nuestro país de la literatura ecuatoriana.  Me atrevería a decir que uno de los pocos libros editados en nuestro país es Kazbek de Leonardo Valencia. Probablemente haya otros, pero no han tenido mucha circulación por estos lados.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Melodías al viento

"Tratar de encontrar una buena melodía es tratar de vincularme con lo más importante entre todo aquello con lo que coexisto. No solamente con las personas que vayan a escuchar una canción o un disco mío, sino con todo lo que me rodea en un sentido total. Una especie de noción absoluta de la naturaleza. Es un poco utópico, pero generalmente tiendo a pensar eso. Es mejor tirar el barrilete a ese tipo de viento que al viento de lo material, teniendo en cuenta cuán importante es para la cultura del utilitarismo la costumbre de esclavizar, devorar al otro". Luis Alberto Spinetta.

Hijos en la TV Pública



miércoles, 27 de marzo de 2013

Los golpes de la vida


A mi tío Carlo " Adonde quiera que vaya estarás conmigo".

En el silencio
que siempre lo sabrá,
detrás de cada verso voy,
buscándote.

En tus canciones
que vuelven con el mar,
con tu bandera al viento voy,
siguiéndote.

A veces sonriendo,
a veces con dolor,
y siempre maldiciendo
los golpes de la vida.
No hay tiempo que perder.     

En mis recuerdos,
en cada despertar,
con mi arrepentimiento voy,
llorándote.

En mi refugio
junto a mi soledad
igual que de pequeño voy,
sobre tus pies.

A veces sonriendo,
a veces con dolor,
y siempre maldiciendo
los golpes de la vida.
No hay tiempo que perder.

martes, 12 de febrero de 2013

Hijos en Planeta Urbano


Deseo

"Me gusta el deseo. Me gusta en todas sus formas. Siempre y cuando el deseo no se afloje. El deseo es ineficaz cuando su cumplimiento es tan lejano que provoca el desaliento o cuando su cumplimiento es tan cercano que provoca el aburrimiento. Si el deseo se cumple inexorablemente y al instante, bueno, eso aburre. Y si no se cumple nunca, te descorazona. Un deseo suficientemente elástico, que se cumpla a veces, yo creo que mantiene al espíritu en una intensa ansiedad, que es lo más parecido a la felicidad que yo he conocido".
Alejandro Dolina en la excelente entrevista que le hizo Gonzalo Garcés en la Orsai N°11.

domingo, 3 de febrero de 2013

Nostalgias (con el Flaco Spinetta)


Por Martín Caparrós

Hace unos días alguien me avisó que estaba, en algún lugar de youtube, esta entrevista. Corría la primera mitad de 1988, y Jorge Dorio y yo conducíamos una cosa muy rara. Se titulaba El Monitor Argentino, se subtitulaba Un programa de cultura y salía al aire -donde quiera que eso esté- por canal 13 los domingos a las 11 de la noche. Con el aporte invalorable de José Máximo Balbastro, duró seis meses: la pasamos muy bien, tratamos de imaginar maneras nuevas y a veces, incluso, supusimos que habíamos hecho algo de lo que queríamos.
Hace unos días, digo, me dijeron que estaba, la miré. No hago esas cosas: no me reveo, no me releo; la memoria suele ser más generosa. Pero tenía un rato de más –esperaba, como siempre, esperaba– y me quedé mirando. Me emocioné, por distintas razones.
Desde aquel día pasaron 25 años: algunos dicen que 25 años es un cuarto de siglo. Luis Alberto Spinetta se murió, a Dorio y a mí la vida nos fue haciendo cosas –y le hicimos algunas. Pero al ver esa media hora de charla me pareció que lo que había pasado era algo más que 25 años, la muerte de Spinetta, nuestras vidas. La sensación de que esa charla –dos periodistas recientes, pretenciosos, que le preguntan a un músico por el surrealismo y el poder, por Perón y Foucault y Dostoievsky, y el músico que contesta con creces, con acordes– es de otra Argentina. Ojalá no sea cierto, quién sabe sea pura melancolía de una noche de verano. Pero tengo la sensación de que era algo que pasaba en un país que ya no existe -o quizás existe todavía pero se esconde, disimula. O quién sabe se muestra pero yo no sé verlo