jueves, 10 de octubre de 2019

5 preguntas sobre "nuevos clásicos"



Cinco preguntas a cinco personalidades de la cultura sobre el tema de tapa de revista Quid: nuevos clásicos.

Por  Nando Varela Pagliaro


Josefina Licitra (periodista, escritora)

- ¿Qué elementos hacen que una obra sea considerada un clásico?

-Una obra es un clásico, a mi entender, cuando la línea superficial del relato -la que está atravesada por elementos de trama y marcas de época- está sostenida por una segunda línea mucho más poderosa y menos visible, que va emergiendo de a poco y que pone en juego temas universales sobre los que siempre nos haremos preguntas: el amor, el odio, la juventud, la venganza, la vejez, el miedo a la muerte, el sexo. Cuando esos temas, que no envejecen, ganan terreno sobre la trama sin volverse sentenciosos, quizás -suponiendo que esta ecuación funciona- se pueda pensar en esa obra como un clásico.

- ¿En qué se diferencian los clásicos antiguos de los más contemporáneos?

-En las formas. En el ropaje. En la trama superficial. La segunda trama, en cambio, es siempre la misma.

- ¿Cuáles son sus nuevos clásicos preferidos?

-"Nuevo clásico" por momentos me parece un oxímoron. El único testeo imbatible para saber si un libro es un clásico es el paso del tiempo: ahí está el filtro que permite ver cuánto permanece y cuánto se pierde de una obra. Así y todo, creo que El guardián en el Centeno, de Salinger, buena parte de la obra de Carver (en especial el cuento Diles a las mujeres que nos vamos), Desgracia, de Coetzee, Los Detectives Salvajes, de Bolaño, algunos cuentos de Alice Munro (como Muebles de familia) y otros cuentos de Abelardo Castillo (como La madre de Ernesto) ya están, para mí, en el terreno de lo clásico. De todos modos, las listas son odiosas. Cada vez que nombro, inevitablemente, omito.

- ¿Con qué autor (vivo o muerto) de alguna obra que sea considerada un nuevo clásico le gustaría compartir una cena? ¿Por qué?

-Con Bolaño, porque dicen que hablaba mucho y eso me tranquiliza. No soportaría una cena con baches.

- ¿Qué obra actual cree que en el futuro va a ser considerada un clásico?

-Ya cometí una injusticia en la tercera pregunta. ¡No me hagan cometer otra en esta!


Tomas Abraham (filósofo, escritor)


- ¿Qué elementos hacen que una obra sea considerada un clásico?

-Me referiré a la literatura en general (que incluye a la filosofía y al ensayo). Una obra clásica es la que no deja de tener lectores. Siempre vuelve. Es objeto de infinitos comentarios que intentan restituir su significado original. Pertenece a un tiempo diferente, a un futuro anterior o un pasado por venir.

- ¿En qué se diferencian los clásicos antiguos de los más contemporáneos?

-Un clásico por definición es hijo del tiempo, hijo y no hermano o padre. Un contemporáneo es clásico por una promesa de fidelidad de lectores futuros. Una apuesta.


- ¿Cuáles son sus nuevos clásicos preferidos?

-Clásicos son Platón y Shakespeare, a los que me dediqué por personificar en la filosofía y la literatura, las dos cimas del género.

- ¿Con qué autor (vivo o muerto) de alguna obra que sea considerada un nuevo clásico le gustaría compartir una cena? ¿Por qué?

-Con Hannah Arendt y Lou Andreas Salomé. Porque son bellas e inteligentes.

- ¿Qué obra actual cree que en el futuro va a ser considerada un clásico?

-La de Michel Foucault en la filosofía, Primo Levi e Imre Kértesz en la ética, la de Paul Veyne y Tulio Halperín Donghi en la historia, la de Pessoa y Gombrowicz en la literatura, y la de Bob Dylan en el arte en general.


Manuel Moretti (Compositor, cantante de Estelares)

- ¿Qué elementos hacen que una obra sea considerada un clásico?

-Quizás un clásico sea un ejercicio de uno o varios artistas que encuadra perfectamente con una época, como un registro de esa época, con la emocionalidad, con el lenguaje que los artistas usaron para armar ese objeto que después se transformó en un clásico. A veces lleva tiempo decodificar estas lecturas, pero tiene una característica que es que gusta mucho y atraviesa la cultura popular. Todo clásico debe estar muy cercano a lo popular.

- ¿En qué se diferencian los clásicos antiguos de los más contemporáneos?

-Se me ocurre que la primera diferencia sería el lenguaje. Conforme pasa el tiempo, el lenguaje va cambiando y también cambia la interrelación de los artistas con el público, con su material. También pienso que esta época es mucho más rápida que la anterior. La vorágine actual hace que todo caiga más pronto. Por otro lado, con muchas obras suele ocurrir que no son entendidas en su época y luego se convierten en clásicos.

- ¿Cuáles son sus nuevos clásicos preferidos?

-Hay muchos clásicos actuales, dentro del mundo del cine pienso en Tarantino y Almodóvar. Hay algo en su manera de narrar que atraviesa todas las capas conceptuales y que los hace inconfundibles
.
- ¿Con qué autor (vivo o muerto) de alguna obra que sea considerada un nuevo clásico le gustaría compartir una cena? ¿Por qué?

-Justo ahora que estoy en España, si estuviese vivo, me gustaría estar bebiendo y escuchándolo contar anécdotas y diseccionando universos a ese crack que fue Roberto Bolaño. Sin dudas, uno de los mejores escritores de los últimos años. 2666 es un ejercicio maravilloso de literatura moderna.

- ¿Qué obra actual cree que en el futuro va a ser considerada un clásico?

-El espectáculo del tiempo de Juan José Becerra es una novela impresionante. Ojalá merezca algún día ser un clásico por la exquisitez y la profundidad en cómo está narrado. En la música, pensaba también que Wos, Louta, Ca7riel y Paco Amoroso son pibes que tienen algo que no suena en la media, y tal vez con un desarrollo determinado puedan llegar a convertirse en clásico.


Eugenia Zicavo (periodista, socióloga)

- ¿Qué elementos hacen que una obra sea considerada un clásico?

- Los “clásicos” son libros que pasan la prueba del tiempo y siguen siendo leídos por distintas generaciones de lectores. En lo personal, rescato lo que dice Ítalo Calvino en "Por qué leer los clásicos": “Tu clásico es aquel que no puede serte indiferente y que te sirve para definirte a vos mismo en relación y quizás en contraste con él”.

- ¿En qué se diferencian los clásicos antiguos de los más contemporáneos?

- Los "clásicos antiguos" son los que consolidaron su fama a lo largo de distintas épocas y diferentes culturas. Los que siguen cosechando reediciones y nuevos lectores en todo el mundo. Generan un respeto especial que, por un lado, fomenta su lectura y por el otro les juega en contra: muchos los asocian erróneamente con un consumo erudito o incluso aburrido que provoca la pereza de "hacer el esfuerzo" (y también la vergüenza por no haberlos leído, y la consecuente mentira de que sí los leyeron). Los clásicos contemporáneos son en algún sentido "menos clásicos" y aún guardan una mayor cercanía de época con sus lectores, que en el imaginario social se vuelven más accesibles.

- ¿Cuáles son sus nuevos clásicos preferidos?

- Entre mis "nuevos clásicos" preferidos del siglo XX: "Lolita" de Nabokov, "A sangre fría" de Capote, "1984" de Orwell, "Matadero 5" de Vonnegut y "El segundo sexo" de De Beauvoir.

- ¿Con qué autor (vivo o muerto) de alguna obra que sea considerada un nuevo clásico le gustaría compartir una cena? ¿Por qué?

- Me encantaría compartir una cena con Kurt Vonnegut, un hombre de muchas vidas, con un talento descomunal y un sentido del humor exquisito. Creo que sería un excelente compañero de copas.

- ¿Qué obra actual cree que en el futuro va a ser considerada un clásico?

- Ojalá toda la obra de Alessandro Baricco y de Philip Roth.


Antonio Birabent (músico, actor)

¿Qué elementos hacen que una obra sea considerada un clásico?

-En gran medida la promoción que esa obra tenga. Y también algo inexplicable, misterioso.

-¿En qué se diferencian los clásicos antiguos de los más contemporáneos?

-Simplemente en el efecto que produce el paso del tiempo.

-¿Cuáles son sus nuevos clásicos preferidos?

-Disfruto de la música sin pensarla tanto. Entiendo que la condición de clásico es muy personal y cambiante al mismo tiempo.

-¿Con qué autor (vivo o muerto) de alguna obra que sea considerada un nuevo clásico le gustaría compartir una cena? ¿Por qué?

-Aníbal Troilo. Su obra es una identidad de esta ciudad y anhelo esa época que describe.

¿Qué obra actual cree que en el futuro va a ser considerada un clásico?

-Prefiero no saberlo.

Publicada originalmente en Revista Quid.


Entrevista a Félix Bruzzone: Narrar la ausencia



Nando Varela Pagliaro

“Me parece que, en lo que respecta al tema de padres desaparecidos, siempre trabajé más con la ausencia que con los hechos. Un poco ir sobre la zona de Campo de Mayo, sobre ese espacio sombrío, casi vedado, es algo nuevo para la literatura”. El que habla es Félix Bruzzone. Con él nos juntamos una tarde fría de agosto, en el departamento que usa para dictar sus talleres en el barrio de Palermo. El motivo del encuentro fue la reciente publicación de Campo de Mayo, una novela que se construye alrededor de Fleje, un hombre que corre descalzo, que no se detiene, que atraviesa la guarnición militar más grande del país y va en busca de identidad, de su madre, que al igual que la del escritor, fue desaparecida por la dictadura.

-¿Cómo surgió la idea del libro?

-Empieza a haber una idea de libro cuando en mi vida pasa algo muy parecido a lo que le pasa a Fleje, que es esto de mudarse a vivir cerca de Campo de Mayo y a enterarme que ahí estuvo detenida mi vieja. Esto era y una suposición que existía, dadas las características de su militancia, la zona en que militaba, lo que se sabe de cómo fue la persecución durante esa época, pero no estaba confirmado. Se confirmó recién al poco tiempo de mudarme. A partir de ahí empieza a formarse algo que tiene que ver con una idea de cómo uno se acerca o se aleja de sus propios tópicos. En mi caso, sería el problema de dónde vengo, mi identidad. Por otra parte, empiezo a registrar que todos mis parientes que se fueron mudando a provincia, se mudaron alrededor de Campo de Mayo.

-¿Vos cómo llegaste a vivir cerca de ahí, fue una casualidad?

-En esa época yo limpiaba piletas por esa zona y se me hacía engorroso tener que ir y venir de capital todos los días para resolver cualquier problema. No llegué tan de casualidad, mi mujer, que es prima segunda mía, hasta que se casó conmigo vivía en Don Torcuato, que es más o menos la misma zona.

-Durante el proceso de escritura, ¿qué libros estaban en tu mesa de trabajo?

- Hay uno que fue central durante el proceso de escritura que fue Morirás lejos de José Emilio Pacheco. En su caso, toma algo que es muy extenso, toda la historia y las persecuciones que el pueblo judío fue teniendo a lo largo de los años y lo condensa en una situación que narra una y otra vez en una escena que se da en una plaza del DF. Después, es muy interesante cómo incorpora un montón de materiales distintos para armar toda la novela. Además, es una novela muy corta, hecha de fragmentos. Campo de Mayo tenía ese horizonte, después se transformó en otra cosa. Aunque se bien no deja de ser una novela fragmentaria e incorpora materiales al tun tun, también es muy lineal. Es muy raro que yo no escriba algo linealmente.

-En esa narración lineal que mencionás, ¿ya tenías el final antes de sentarte a escribir o fuiste encontrando la estructura del libro a medida que avanzabas con la escritura?

-Tenía una imagen del final, pero no lo tenía del todo claro. De hecho, el libro fue cambiando mucho en todo el proceso. Fleje no se llamaba así, sino que su nombre era El corredor. Lo que quedó en el libro es uno de los posibles finales. Quería que algo sucediera con la madre, pero no sabía bien qué. En algún punto, también quería que la novela fuera algo experimental.

-¿Tenías otro finales posibles?

-Sí tenía, pero me los olvidé. Había muchas opciones porque es una novela en la que podía pasar casi cualquier cosa.

-¿Por qué se te ocurrió que el personaje debía ser un corredor?

-Porque en la época en la que empecé trabajar sobre lo que pasaba con los vecinos de Campo de Mayo, a la par también empecé a correr. Leí el libro que lee Fleje que es Nacidos para correr y me motivó mucho a incursionar en ser un ultramaratonista.

¿Te hubiera gustado ser ultramaratonista?

-Tenía esa idea en ese momento, esa fantasía. La realidad es que esa fantasía me llevó más a escribir la novela que a correr. Finalmente, empecé a correr, pero al poco tiempo me lastimé un menisco y preferí no arreglármelo porque tampoco es que me molestaba tanto, pero sí tuve que dejar de correr. Tal vez, el personaje de Fleje viene a suplir esa imposibilidad física mía.

-Antes hablábamos del final, que es realmente muy polémico. ¿Te preocupa la lectura que puedan hacer de este libro otros hijos de desaparecidos?

-En este momento me preocupa todo mucho, pero eso no va a impedir que escriba lo que tenga ganas de escribir. La verdad es que yo tampoco tengo tan claro qué sentido arma todo finalmente. Tal vez arme más de un sentido, así que cada uno lea lo que quiera. Puede que alguien se enoje, pero creo que eso es normal. Lo peor que le puede pasar a cualquier obra que uno hace es que a todos les parezca bien. Tampoco me preocupa tanto porque lo que yo siempre hago es trabajar sobre las zonas inconscientes de todos estos problemas que aparecen en mis novelas. Me parece que el hecho de poner el foco en un lugar como Campo de Mayo habla bastante de algo que no ha aparecido tanto. Me parece que, en mi caso, en lo que respecta al tema de padres desaparecidos, siempre trabajé más con la ausencia que con los hechos. Un poco ir sobre la zona de Campo de Mayo, sobre ese espacio sombrío, como vedado, es algo nuevo para la literatura.

-Hace un tiempo lo entrevisté a Mempo Giardinelli y él me decía que en nuestra literatura  hay muchas novelas que abordan el tema de la dictadura, sin embargo, no hay lugar en la ficción para personajes como Videla o Astiz, ¿por qué creés que pasa esto?

-No tengo registro de si hay o no, la verdad no sabría decirte por qué es así.

-Mempo decía algo así como “ni si quiera les vamos a dar ese privilegio”.

-Esa es una actitud muy militante. A mí me parece que si alguien tuviera el deseo de hacerlo, que lo haga. Yo no tengo ganas de hacerlo y por eso no lo hago.

-En tu novela hay un personaje que quiere juntar tierra de Campo de Mayo y venderla dentro de tubos de ensayo como una especie souvenir de un lugar emblemático de la dictadura. Algo similar a lo que se hace en Berlín con el Muro. ¿Por qué creés que acá no se hacen este tipo de cosas?

- Acá hay un gran respeto por todo eso. Hace poco estaba intentando chequear si existía algún trabajo donde se tome el Nunca Más como material de estudio literario y no pude encontrar nada. Creo que hay una novela de Charlie Feiling que toma algunos fragmentos, pero no mucho más. Tal vez si acá la gente harta hubiera roto a pedazos la ESMA como hicieron los alemanes con el muro, podría haberse dado esa situación.

-Para terminar, ya hace más de diez años que publicaste tu primer libro, ¿qué sentís que aprendiste en todos estos años como escritor?

-Aprendí a escribir y sigo aprendiendo, aprendí bastante de mí, aprendí todo lo que fue cayendo dentro de mi escritura, desde la información de datos duros a cosas más intangibles relativas a los personajes. También aprendí a enseñar a escribir. A diferencia de muchos escritores que valoran mucho más la lectura que la escritura, porque ese sería el lugar del aprendizaje, yo en cambio necesito de la escritura para terminar de entender lo que leo. Por eso leo poco y escribo más de lo que leo.

-¿Te proponés leer una cantidad de libros al año?

-Siempre que me lo propuse, fracasé.

- ¿Y en términos de escritura?

-También fracasé.

-¿Pero tenés una rutina aramada o un objetivo diario de escritura?

-Alguna vez me lo propuse, pero nunca lo logré y las veces que lo logré el resultado no fue bueno.

-¿Seguís limpiando piletas?

- Sí, los viernes.

-¿Qué aprendiste limpiando piletas más allá de lo obvio?

-Aprendí un oficio que por momentos me parece fascinante y también aprendí a pensar mucho. El espacio de la pileta, la repetición, me habilitó un montón de cosas del orden de la reflexión. Limpiando piletas fui encontrando algunas respuestas que me han servido bastante.

-¿Como cuáles respuestas?

-Por ejemplo, cuando estoy frente al agua, por un lado, odio estar ahí por el sol, porque a veces estoy cansado, porque no me pagan bien, pero, por otro, sigo haciéndolo hace muchos años. ¿Por qué sigo? Porque más allá del dinero hay algo que me atrapa. Entonces, me pregunto ¿qué es el agua para mí? Me parece que hay algo de las fantasías que uno tiene y no realiza, que están como en el agua, en ese lugar que siempre se va, que se escapa de las manos. Alguna vez también pensé ¿y si el agua fuera mi vieja? Yo estoy yendo todos los días ocho veces a ver a mi vieja. Después, un chabón que estaba haciendo una especie de documental, cuando le cuento esto me dice: “claro, y fijate que la manguera azul que usás para conectar a la bomba es como un cordón umbilical”. Eso no lo había pensado. Y el ruidito de la bomba, qué es ese ruido. No sé es muy raro, porque uno piensa que es un trabajo alienante, pero tal vez es al revés.

Publicada originalmente en Revista Quid.