jueves, 29 de abril de 2010

Una vida sencilla

No pido mucho.
Una vida sencilla.
Nada más.
Una familia, un trabajo, una casa.
Así, en ese orden.
Levantarme por la mañana,
leer los diarios,
llevar a mis hijos a la escuela.
Sentir junto a ellos como se despierta el barrio.
Sí, ya sé.
Siempre lo mismo:
el barrio, la infancia, el bendito pasado.
No pido mucho.
Sólo una vida común.
Andar con el rebaño,
dejarme llevar,
seguir la corriente.
Por la noche,
llegar a casa,
sacar al perro,
comentar el día con mi mujer,
ver cómo crecen los chicos,
mirar un poco de fútbol y
acostarme.
Apoyar la cabeza en la almohada
y tener la certeza de que mañana
va a ser otro día igual.
En serio.
No pido mucho.
Sólo eso y que por favor
me quiten mis sueños.
Ya no los quiero.
No puedo más.

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