Nando Varela Pagliaro
Con
la publicación de En realidad quería
hablar de otra cosa, Martín Zariello, el hombre detrás del memorable blog
Il Corvino, es la segunda vez que
trasciende de la pantalla al papel. En
su primer libro, Sobre el rock, una
antología con todos sus posts musicales, Fabián Casas terminaba su prólogo con
una petición: “queda mucho de lo escrito por Martín Zariello fuera del mundo
del rock. Ojalá se publique pronto”. A ese pedido responde la editorial Puente
Aéreo con este nuevo volumen. Esta vez la selección vuelve a incluir algunos sus
textos rockeros, pero también hay lugar para otros ensayos sobre literatura,
cine, fútbol y política. De su libro, pero también de la crítica literaria y
musical, de la muerte de los blogs y del compromiso político en la figura de
los escritores actuales, hablamos en esta entrevista con el autor marplatense.
-¿Cómo
es vivir y escribir desde una ciudad como Mar del Plata?
-Supongo que es como vivir y escribir en cualquier otro lugar
de Argentina que no es Capital Federal. A mí me parece que no estar en el
centro es bueno porque tenés libertad para escribir sin pensar en quién te va a
leer, porque generalmente no te lee nadie.
- ¿Influye
en tu mirada escribir desde ahí?
-A Mar del Plata la apodan La Feliz pero durante gran parte
del año es un lugar absolutamente deprimente; esa distancia simbólica entre lo
que se supone y lo que en realidad es genera un espacio vacío muy interesante que
debe incidir en los que escribimos acá. Por otro lado, estamos colonizados por
el imaginario que tienen los turistas sobre nosotros: los lobos marinos, los
alfajores, los pulóveres baratos. Y Mar del Plata es otra cosa, no sé bien qué,
pero otra cosa es. En el libro hay una Vindicación
de Mar del Plata donde hablo un poco de eso.
-En
cuanto a la escena literaria, ¿Existe una narrativa marplatense?
-No sé si existe la narrativa o la poesía marplatense, si
existe algo distintivo que nos diferencie de los narradores de Olavarría o Tres
Arroyos. Lo que sí existe son muchas personas que escriben y se la juegan para
organizar eventos, publicar libros, etc. Y en los últimos años hay un gran
movimiento que tiene que ver con ciertas editoriales locales que están haciendo
cosas muy copadas (Puente Aéreo, Luz Mala, La Bola Editora).
-En
el libro hablás de los blogs de un modo peyorativo. Entre otras cosas decís que
son anacrónicos, que están en el último escalafón de la literatura, debajo de
los libros de autoayuda y de los libros de Lanata y Aguinis sobre la
argentinidad. Sin embargo, desde hace casi diez años que no dejás postear en Il
Corvino ¿Qué es lo que te lleva a seguir escribiendo ahí, a pesar de tener ese
pensamiento?
-A mí los blogs me siguen pareciendo un invento muy bueno.
Digo que son anacrónicos por dos cuestiones: desde el punto de vista estético, comparado
con Tumblr, el blog es algo espantoso, es como el DOS para los que nos criamos
con Windows; y desde el punto de vista de los contenidos porque lo que está en
auge ahora es Twitter y escribir algo que obligue al lector a pasar más de dos
pantallas, con párrafos, es condenar el texto al ostracismo. Sigo escribiendo
en el blog porque soy contradictorio y porque me divierte. Tampoco es que tengo
otro lugar para escribir.
-El
hecho de que casi no quede gente sin un link propio para mostrar sus veleidades
artísticas, ¿hace que el mundo que habitamos sea más justo, más igualitario o
más feo e intolerable?
-Probablemente la idea de un mundo igualitario vaya de la
mano de la idea de un mundo intolerable.
- En
el prólogo de Sobre el rock, tu libro
anterior, Fabián Casas decía que “la aparición de estos posts virtuales en un
libro muestra que seguimos necesitando tocar las cosas, marcarlas, olerlas,
para darle un lugar definitivo en nuestras vidas. Muchas veces se habló sobre
la muerte de los blogs y otras tantas sobre la de los libros en formato físico
¿Cuál es tu opinión al respecto?
-El otro día justo le estaba diciendo a mi novia que antes
que armar 30 cajas (de 50 kilos cada una) para trasladar los libros que tenemos
prefería no mudarme nunca. O sea que en cierto punto quienes valoramos al libro
como algo afectivo, también tenemos en cuenta que sería mejor mandar todo a un
e-book. No creo que alguien que lee Lolita
en un libro virtual sienta algo muy diferente al que lo lee, como yo, en una
edición usada en un puesto de libros en la Plaza Rocha: Nabokov, como los
grandes escritores, resiste cualquier formato. De todas formas tiene su encanto
seguir siendo un romántico en la era de los cínicos. Lo que pasa es que el
romanticismo no te sirve para emprender una mudanza o actividades de ese tipo. En
cuanto a los blogs: yo no sé si murieron, evidentemente es un soporte virtual
en desuso, muchos blogueros se fueron a Twitter o finalmente consiguieron una
vida. A mí lo que me atrae es todo ese cementerio de blogs abandonados, de
tipos que de un día para otro dejaron de postear y detuvieron el blog en abril
de 2010 o noviembre del 2011, son imágenes casi ballardianas.
- A
lo largo de En realidad quería hablar de
otra cosa, los ensayos atraviesan distintas temáticas: el fútbol, el cine,
la música, la literatura y la política. ¿Sobre qué temas te sentís más cómodo
escribiendo?
-No me siento cómodo con ningún tema. Tampoco me siento
cómodo leyéndome, no me agrada tener esa necesidad imperiosa por opinar sobre
cualquier cosa. Aspiro a convertirme gradualmente en el lector puro que fui en
mi adolescencia, ese tipo de persona admirable que no necesita comentar todo lo
que lee y lo que pseudo-piensa, que se conforma con leer porque sabe que ahí
está la posta.
-En
Black Sabato, el primero de los ensayos, decís que la figura del autor de
Santos Lugares (compromiso ético, solemnidad) queda en off-side ¿Pensás que en
el paradigma actual del escritor importa cada vez menos su compromiso o postura
política?
-Creo que importa, pero la manera en que lo hacía Sabato hoy
resulta casi paródica. Sin embargo yo no me fijo mucho en la postura política
de mis escritores favoritos, si escriben bien, dejo pasar muchas cosas:
pedofilia, fascismo.
-¿Tiene
que ver con ese cambio en el paradigma, la “Vindicación de Jorge Asís”? otro
autor muy cuestionado por sus opiniones políticas, pero cuya obra es enorme.
-Lo del paradigma tal vez me exceda un poco, tiene que ver
con que hay novelas de Asís que están muy buenas y generaciones anteriores se
las perdieron por razones extra literarias. Además de leer Respiración artificial o Boquitas
Pintadas, todos deberíamos leer Cuaderno
del acostado. En este libro hay textos sobre escritores cool y súper
prestigiosos como Carson McCullers o Salinger, pero también hay un texto sobre
Isidoro Blaisten, que está medio desterrado del mapa, pero tiene un libro único,
Voces en la noche, que me parece una
de las novelas más divertidas y entrañables que leí.
-Entre
todos los ensayos llama la atención la ausencia de textos sobre escritores actuales,
¿leés a algunos de tus contemporáneos?
-Creo que leer a contemporáneos está relacionado con formar
parte de un grupo de escritores, con los que uno se pasa textos, se corrige, se
critica, etc. Yo conozco y tengo buena onda con muchos escritores de Mar del
Plata pero no formo parte de ningún grupo. Tampoco escribo reseñas en revistas
ni estoy en un círculo donde se muevan libros nuevos, soy más bien un lector de
libros usados y bastante conservador en la elección de mis compras. Igual cada
tanto leo libros o blogs de contemporáneos, generalmente de marplatenses:
Nicolás Pedretti, Matías Moscardi, Gonzalo Viñao, Flavia Garione, Esteban
Quirós, Joaquín Correa y tantos otros.
-Cuando
Il Corvino cumplió cinco años, dijiste que los blogs políticos tenían que
reinventarse si querían subsistir. ¿Qué fue lo que te llevó a incluir los
textos sobre política en el libro?
-Eso fue en el 2010, cuando empezó la semiología pocket y
todos analizábamos Clarín como si en el copete de una nota sobre Papel Prensa
fuéramos a encontrar la clave de la Argentina. Fue el momento en que me harté
del kirchnerismo y retomé el camino del nihilismo, tan improductivo como
honesto. Incluí textos sobre política porque me parecía que si la idea era
compilar las distintas facetas del blog (más los textos que escribí
especialmente para el libro), eso no tenía que faltar. Intenté elegir aquellos
posts que no estuvieran muy atados a la coyuntura y que representaran lo que
pienso ahora.
-Entrando
en el rock es interesante lo que escribís sobre el reconocimiento tardío a
Gustavo Cerati. ¿A qué atribuís ese delay en la devoción generalizada por su
figura?
-Creo que cuando estaba vivo era demasiado perfecto para
reconocerle en la cara que no sólo se creía un genio, sino que lo era. Cerati
era la clase de tipos que nos podía robar a nuestras novias. Era pop pero
tocaba mejor la guitarra eléctrica que muchos rockeros. Además ponía a prueba
la consistencia de nuestra represión homosexual. Yo creo que los que le
deseaban la muerte en realidad se lo querían garchar y preferían verlo muerto a
aceptar esa parte de ellos mismos que los incomodaba. Cuando me refiero a “perfecto”
digo que en Cerati todo tiene cierto nivel de excelencia y regularidad. A mí
algunas cosas de su carrera solista no me gustan tanto, pero no podría decir
que son malas.
-“Una
cosa que sucede con los críticos de rock es que se hacen amigos de los músicos
y no pueden ser verdaderamente honestos”, escribís en uno de tus ensayos sobre
rock. ¿Qué otras falencias encontrás en la crítica musical y también en la
literaria? ¿A qué críticos leés o respetás?
-Creo que eso debe ocurrir en todos los campos, supongo que
es mejor no hacerse amigo de nadie. No me creo tanto como para marcar
falencias. De chico leía muchas revistas de rock y disfruté y aprendí leyendo
textos de la Rolling Stone, Inrockuptibles, La Mano y La García. No leo mucha
crítica literaria (es decir no soy un lector frecuente de Sarlo, Ludmer o Noé
Jitrik), me gustan los escritores que hacen cosas a mitad de camino entre el ensayo,
el post, la crónica, la reseña, que hablan de todo y de nada al mismo tiempo:
Fabián Casas, Juan José Becerra, Gonzalo Garcés, Martín Rodríguez, Esteban
Schmidt, Lucas Carrasco. Tanto para leer sobre rock o literatura me gusta
cuando los tipos salen del molde formal (el molde académico, el molde de la
reseña de suplemento cultural) y divagan.
- Frank
Zappa en una de sus frases célebres decía: “El periodismo de rock es gente que
no puede escribir, entrevistando a gente que no puede hablar, con el fin de
proveer artículos a gente que no puede leer”. ¿Creés que al rock realmente le
faltó ilustrarse?
-Es muy difícil contradecir a Zappa. De todas formas los
rockeros que se ilustran de más también son insoportables. En conclusión:
rockeros, críticos, blogueros, oyentes, cualquier cosa que ande boyando
alrededor del rock, es insoportable.
¿A
qué le decís ni a palos?
Me
digo ni a palos a mí, yo no me banco mucho.
Publicada en Ni a Palos, suplemento joven del diario Tiempo Argentino, septiembre 2014.
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