Nando Varela Pagliaro
Haidu Kowski
(Buenos Aires, 1974) acaba de publicar Instrucciones
para robar supermercados (Tusquets), una novela que es pura acción. A lo
largo de las poco más de doscientas páginas hay incesto, antropofagia, orgías,
tiroteos y prostitución. Sobre la novela, pero también sobre el marketing
literario, el póker y Playboy hablamos en esta entrevista con el creador de los
Jam de escritura.
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¿Cómo fue el proceso de escritura?
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El
libro lo empecé a escribir hace nueve años y habrán sido ocho de escritura. Yo
no soy tanto de corregir lo que escribo, si algo no me cierra, lo escribo de
vuelta. La última versión la empecé a escribir en el 2015, cuando ganó Macri.
Ahí pensé que era un buen momento para un libro así. Desde esa última versión,
fueron nueve meses intensos de escritura. En esa época, estaba sin laburo
entonces iba a los supermercados sin saber muy bien por qué. Pero al tiempo
empecé a ver que la gente tenía conductas muy diferentes: había algunos que se
llevaban cosas para venderlas afuera; un pibito iba todos los días y tajeaba
los sachets de leche, de puro anarquista.
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Dijiste que a un libro así, le
sentaba mejor un gobierno como el de Macri, ¿por qué creés eso?
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No,
no digo que iba a ser mejor. Yo sentí que para el personaje -por ser un pibe de
clase media que se va para abajo- un gobierno así era un buen contexto para que
esta historia ocurra. La novela para mí es apolítica, sí tiene algo
antisistema. Más allá del país, en todo el mundo siempre hay una opresión del
sistema hacia la gente.
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¿Cómo describirías a Franco, el
personaje principal?
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Franco
es un personaje de clase media, educado por un padre estricto, que fallece
cuando él tiene diecisiete años. A partir de ese hecho, la familia queda
desmembrada en muchos aspectos, aunque tal vez al principio parezca que no. Por
esas cosas del azar, se ve en medio de situaciones límite y eso hace que le
nazca un gran instinto de supervivencia. Ese instinto lo llevó encontrar una
salida para tratar de ser exitoso, exitoso en términos de lo que quiere el
sistema, que mide todo en base al dinero.
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También tiene una ética bastante
especial, ¿no?
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Sí,
él se atreve a hacer cosas que no todo el mundo está acostumbrado a vivir.
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Pero la moral del personaje aparece
por ejemplo cuando decide a quiénes le roba a quiénes no.
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Sí,
en ese sentido pareciera que tiene una especie de Biblia a seguir. Esto de no
robarle a pequeños productores lo tomo como algo divertido porque no deja de
ser ficción.
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Entre tantas cosas, tal vez de más
valor, ¿por qué elige robar carne?
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La
carne para mí es un emblema, es la droga argentina. Somos adictos a la carne.
Incluso, aunque seas vegetariano, te convertís en un extremista anti-carne. A
partir de eso me puse a investigar y por eso llegué a lo de la carne humana. No
quiero hablar más, así no spoileo el libro.
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¿Y qué te interesaba en especial del
submundo de los supermercados?
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En
este caso el supermercado funciona como el establishment. Yo empecé a ver ahí poesía
donde otros tal vez no ven nada.
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Generalmente, cuando un escritor se
sienta a escribir una novela tiene algunos libros de referencia en su mesa de
trabajo. En tu caso, ¿cuáles fueron esos libros?
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En
mi caso, había ciertos personajes de Palahniuk que me gustan mucho. Por ejemplo
Rant, que es el pibito que es adicto a las mordeduras de serpiente. También, a
partir de una lectura posterior de El
artista más grande del mundo de Juan José Becerra pude ver mi novela desde
otro lado.
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Me cuesta encontrar en nuestra
literatura, libros que vayan por la línea del tuyo. ¿A vos te pasa lo mismo?
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Tal
vez Leo Oyola en Kryptonita tiene
esta cosa de súperheroes que no son tales. Me parece que mi personaje también
tiene algo de antihéroe.
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Kryptonita fue llevada al cine, ¿te
imaginás tu novela hecha película? ¿Te gustaría que la adapten?
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Sí, la novela es muy cinematográfica. Me gustaría
mucho adaptarla y hasta me imagino por dónde la empezaría porque es un libro
que tiene muchos puntos de ataque.
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¿Te gustaría encargarte del guión?
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Sí,
pero no lo haría solo porque me volvería loco.
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Antes contabas que la novela surgió
en una época en que estabas sin trabajo. En nuestro país, un escritor a la par
que elige ser escritor tiene que pensar de qué va a trabajar, ¿no?
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Sí,
tal cual. Yo tuve muchos laburos y algunos muy buenos. Primero trabajé en el
negocio de mi familia y al poco tiempo decidí irme y una de las cosas que me dije
cuando tomé esa decisión fue que nunca más iba a trabajar en algo que no me
gustara. Por eso tuve la suerte de tener buenos laburos: fui guionista de Playboy, laburé en Inrockuptibles, en Haciendo
cine, di clases, ahora hace ocho años que edito la revista Pokerface y me ligué al mundo del póker,
que es algo que me gusta mucho.
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Te lo habrán preguntado mil veces,
pero es inevitable querer saber ¿cómo fue la experiencia de trabajar en Playboy?
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Fue
muy divertido. Como los programas los vendían a todo el mundo, se trabajaban
todos con voz en off. Solo un programa lo hicimos en una isla, como si fuera un
reality y fue una experiencia increíble. Yo hacía el guión e intentaba ponerle
mucha poesía a los personajes. Ese tono que elegí tuvo mucha aceptación, por
eso estuve trabajando cerca de cuatro años. Incluso, ahí conocí a la mamá de mi
hija; yo le guionaba los textos a ella.
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Antes decías que el sistema mide todo
en términos de dinero. En tu caso, ¿qué es ser exitoso?
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Para
mí haber escrito una novela durante ocho años, de pronto volver a escribirla,
terminarla en nueve meses, llevársela a Tusquest, que a ellos les cierre e
incluso hagan una tirada extra, eso a mí ya me hace sentir exitoso.
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¿Y ahora qué esperás de la
literatura?
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Lo
que vengo haciendo siempre, seguir escribiendo y sobre todo seguir leyendo. A
veces los escritores nos metemos en el furor de la escritura y descuidamos esa
parte. A partir del Jam de escritura,
hace muchos años que el ochenta por ciento de mis lecturas son de escritores
argentinos contemporáneos. Me pone muy contento que haya una camada tan buena
de escritores.
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Tus primeros libros los firmabas como
Adrián Haidukowski, ¿por qué decidiste cambiarte el nombre?
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En
el 2015, Ediciones B me llama para hacer un libro de póker que no fuera de
póker y como, en el póker todos me conocen como Haidu, preferí firmarlo así.
Cuando salió el libro, me sentí mucho más cómodo firmando como Haidu Kowski que
con mi nombre original.
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¿Fue una decisión que tuvo que ver
con el marketing? Pienso en Fogwill, por ejemplo, que también hizo algo
parecido.
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El
otro día, Horacio Convertini hizo una crítica y también reparó en el tema de mi
nombre. De hecho, pensaba que era de afuera. Además, la foto que elegí también
da un poco a escritor europeo.
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En tu biografía, entre otras cosas,
ponés que estudiaste marketing. A los escritores, ¿creés que le faltan ciertas
estrategias de marketing para hacer circular mejor sus libros?
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Si
te digo que sí, y todos los escritores le pusieran mucho marketing a lo que
hacen, deberían venderse muchos libros más y eso no va a pasar. Yo trabajo así
porque es como me gusta moverme, forma parte de un todo. No se trata solo de
escribir un texto bueno. Cuando hago la revista, me pasa lo mismo. Yo quiero
que la revista entre, que se lea. Pensá que es una revista de póker y en 46
ediciones, solo tuve cuatro tapas con jugadores de póker, porque nadie los
conoce. En los libros, no puedo dejar afuera mi costado de editor, por eso
quiero que la tapa salga lo mejor posible, que el nombre llame la atención y
que el título entre. Creo que, en este libro, esas tres cosas se dan y por eso
está teniendo más aceptación.
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Mencionabas el póker, ¿encontrás algo
en común entre el póker y la literatura? ¿Hubo experiencias del mundo del póker
que luego te sirvieron como escritor?
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Claro,
el póker en mi caso me sirvió hasta para entender el modo de vivir la vida.
Además, me permitió conocer a personajes que piensan y avanzan en su vida de
otra manera, con mucha más estrategia, buscando siempre sacar ventaja, porque
eso tiene que ver con las reglas del juego. En mi caso, yo tuve cierta
estrategia a la hora de ver cómo llevar adelante la novela. Fijate que es un
texto que no cae nunca. En todos los capítulos, siempre hay algo diferente. Eso
de ir jugándome todo y todo el tiempo, lo tomé del póker.
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Además de editar la revista, ¿jugás
frecuentemente?
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Hubo
un tiempo en que jugué mucho, pero no estoy como para jugar con profesionales
porque al toque te sacan la ficha y es ir a perder. Yo reconocí que no soy
bueno, pero de todos modos de vez en cuando voy y me saco las ganas, pero no
mucho más. Para ser bueno hay que dedicarle horas todos los días y eso no es lo
mío.
Gentileza de
Revista Quid.