Nando Varela Pagliaro
Dice la solapa del libro que Horacio
Convertini nació en el barrio de Nueva Pompeya en 1961, que es periodista y
escritor, que publicó el libro de relatos Los
que están afuera y las novelas El refuerzo,
La soledad del mal y El último milagro. También dice que es autor de tres
novelas infantiles y que ganó unos cuantos premios literarios, son tantos que si
quisiera nombrarlos a todos, me quedaría casi sin espacio. Lo que no dice la
solapa es que New Pompey, su última
novela, es de una solidez e intensidad narrativa que está a la altura de los
mejores prosistas de la literatura argentina.
Al igual que sus novelas anteriores, New Pompey tiene un complemento policial
importante, pero antes que un libro del género es un muestrario de
sentimientos: de odio, pero también de amor y de amistad. La trama gira en
torno a Cali, un periodista homosexual que es a su vez el narrador y el
personaje principal. Cuando fallece su
madre, Cali, recién separado de su pareja, vuelve triste, solitario y final a la casita de sus viejos, pero su casa
ya no es su casa, sino que vive en ella como un intruso. Como en el tango, vuelve
al barrio para comprobar que nada sigue igual, que los inteligentes se murieron
o se fueron. “Los pescados se pudren por la cabeza. Los barrios, por la gente”,
le dice el Chino a Cali. El Chino es su amigo de la infancia que, después de
veinte años sin verse, regresa una noche de visita para proponerle un plan tan
descabellado como real. Escuchó que quieren transformar Nueva Pompeya en New
Pompey, una especie de New York pero del tercer mundo y se le ocurrió llevar a
cabo un robo en el viejo club del barrio donde los dos se conocieron. Según el
Chino, en la caja fuerte de Unidos de Pompeya los dirigentes habrían escondido los
trescientos mil pesos que cobraron de cometa para declarar al club en quiebra y
allanarle el camino al gobierno para que puedan expropiar el terreno y que el
testaferro de algún ministro pueda comprarlo por monedas.
El barrio, el club y la adolescencia ocupan
un lugar central en la novela. En diálogo
con Tiempo Argentino, el autor señala que esos fueron los principales
disparadores que lo llevaron a escribir esta historia: “Me dolía mucho volver a
Pompeya y ver cómo se había transformado el barrio. No digo que el barrio hoy
sea peor que el de antes, digo que era distinto y en esa diferencia me costaba
reconocerlo. Antes era un barrio obrero, lleno de fábricas y de talleres, en
donde todos se conocían. Después vino el vendaval de los noventa con sus
políticas neoliberales y partió todo al medio. En las fábricas donde había
miles de obreros hoy hay carcasas con los vidrios rotos. La geografía ya es
otra. Del deseo de escribir una historia de adolescencia y la fuerte imagen de
volver a Pompeya y ver cómo cambió el barrio, nace esta novela”.
La música de fondo de New Pompey es la crisis de 2001. En esa Argentina, palabras como “riesgo
país” y “megacanje” se escuchan a diario en los medios y en la calle. Cali ve
la crisis del país, pero mucho no le importa. Ya tiene demasiado con su propia
crisis interior, con la culpa de no haber sido el hombre que esperaban sus
padres. “Mis padres eran gente simple con un sueño común y silvestre: formar
una familia, tener un hijo, que ese hijo formara su propia familia, progresara,
les diera nietos. Yo vine a quebrar la buena marcha de las cosas. Un hijo puto.
Nadie planea un hijo puto. Un hijo puto es el fin de la normalidad”, confiesa
Cali.
Cuando le pregunto a Convertini cuánto hay de
él en su personaje, no duda: “Cali soy yo. Tiene mucho de mí, vive en la casa
en que yo viví, tiene alguno de los amigos que yo tuve, fue al club que yo
frecuenté y conoció algunos aspectos de la sociedad de entonces que yo conocí.
Cali es homosexual y yo no, pero Cali es el homosexual que yo hubiese sido. En
aquel momento, un Cali de veinte años a fines de la dictadura y en ese barrio
sobre todo, no quedaba otra que ocultar la homosexualidad o irse. Para
construir el personaje pensé en el puto que podría haber sido yo y a lo que me
hubiese enfrentado de haberlo sido. En los últimos diez años por suerte ha
habido muchos avances con respecto a la tolerancia sexual y la admisión de las
nuevas familias, pero la historia de la homosexualidad de Cali está contada a
fines de los setenta y el panorama en esa época era otro”.
New Pompey es una novela cargada de pérdidas y de esperanzas, como la vida
misma. Pero la vida no siempre está tan bien escrita.
Publicada originalmente en el suplemento de cultura de Tiempo Argentino, enero 2016.
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