Por Nando Varela Pagliaro
“Polifacético me parece una palabra muy grande, se refiere a
un tipo que puede arreglar un motor y componer una canción, y yo no tengo un
rango tan amplio”, dijo alguna vez Antonio Birabent. Desde que volvió de
España, luego de un exilio familiar de once años, Birabent fue plomo, mánager y
guitarrista de su padre Moris, periodista de música en El Cronista Comercial,
conductor de programas de rock, actor de cine y televisión y por supuesto,
cantautor. A la fecha lleva editados quince discos. Sin embargo, cada vez que
piensa en hacer uno nuevo, siente que es el primero que hace. En este recorrido
que comenzó con Todo este tiempo
(1993), atravesó contextos absolutamente dispares: grabó discos con
producciones y mezclas costosísimas en varios países; otros, casi sin
presupuesto, fueron armados desde el living de su casa.
Para Lápiz, papel y
guitarra, su último trabajo, la manera que encontró de llevar adelante su
edición fue mediante el sistema conocido como crowdfunding o financiamiento
comunitario, que consiste en pedir una colaboración por adelantado a aquellas
personas interesadas en escuchar y ser cómplices de su música. En 1997, cuando
hizo Azar, entendió que tenía que
tener un camino propio para comunicar sus canciones porque él iba mucho más
rápido que la industria discográfica. “Desde entonces estoy atrás no sólo de
las canciones y de cantarlas sino de casi todo lo demás. La autogestión tiene,
como todo, grandes ventajas y desventajas”, dice Antonio Birabent.
¿Cuál fue el primer
disco que compraste?
Uffff, qué difícil, creo que Breakfast in América de Supertramp.
¿Cuál fue el último?
La última vez que
compré un disco estábamos todavía en el siglo XX, con eso te digo todo. Podría
inventar, pero me parece más justo decirte que no me acuerdo. En un momento
dejé de coleccionar discos y empecé a usar el dinero para otros fines.
¿Qué disco jamás prestarías?
No tengo ese fetichismo. Prefiero pensar que la persona a la
cual se lo preste, lo va a disfrutar. Una vez con una chica intercambiamos: yo
le di Moon Safari, el primero de Air,
y ella uno de Milton Nascimento que se llama Travessia. Los dos salimos ganando y jamás nos los reclamamos. Ella
tiene aún el mío y yo el de ella.
¿Cuál fue el disco
que más veces prestaste o regalaste?
El que más regalé, sin duda habrá sido uno
mío....obviamente. Nos pasa a todos los músicos. Tal vez Azar o Demoliciones. El
que más presté fue una recopilación de Yupanqui que editó Página 12. Ya no lo
tengo....
¿Hay algunos discos
en tu discoteca de los que tengas vergüenza?
Fueron todos tirados
oportunamente. No hay pruebas. Aunque es probable que en alguna caja.....
¿Qué disco que antes escuchabas, ahora ya no
escucharías?
Alguno de Sabina. Lo
escuché mucho y hoy no me darían ganas. Pero no reniego. Fue un momento. Uno
cambia. Tiene canciones que fueron parte de mi vida.
¿En qué lugar ponés
los discos que vos grabaste?
Están muy
desordenados. De hecho acabo de armar un Bandcamp con mis quince discos y me
costó encontrarlos. Cardinal lo tuvimos que comprar en Mercado Libre.
¿Bajás discos de Internet?
Nunca en mi vida me
tomé el trabajo de bajar un disco. Los escucho, me los mandan mis amigos, pero
no bajo discos. Esto no quiere decir que en el futuro no lo haga. Lo que me
sucede es que no necesito “tenerlos”. Escucharlos me alcanza.
¿Cuál fue el disco que más veces recomendaste
o linkeaste?
Cualquiera de Troilo o de Salgán.
¿Escuchás tus discos
en mp3?
Claro. No soy un fundamentalista. Me gusta la música, no la
pureza del sonido
Publicada en Revista Paco, 16 de junio 2014.
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