Nando Varela Pagliaro
Luciana Ravazzani es licenciada en Psicología
y autora de los libros de poesía El ombligo
de las naranjas (2011), Intenciones
de hablarte (2012) y en estos días, Ediciones en Danza acaba de publicar Desde las bisagras, su tercer
poemario.
“Desde las bisagras” nace con el estar en un
lugar diferente al que solía habitar cuando escribía. No fue una decisión
premeditada, es algo que sucedió de manera totalmente inconsciente. Es como
crecer. Uno crece, cambia, aunque no se dé cuenta .El lugar que tomé mantuvo
del anterior la unión con lo más cotidiano de la vida pero esta vez, a
diferencia de las previas, la mirada no estaba puesta afuera, no escribía desde
cómo se veían las cosas sino que escribía desde cómo las sentía”.
-“Yo sé que la vida cabe en esa cama / donde te leo a Vallejo / y
donde nos reímos de mí / y de mi juego a la tristeza / por un poema que es
novela para llorar”, escribís en uno de los poemas del libro. ¿Creés que la poesía se
lleva mejor con la tristeza o también se pueden escribir buenos versos desde la
felicidad?
-Yo creo que la poesía se lleva
bien con todos los estados de ánimo porque, al menos a mí, me pasa que me pide
ser escrita cuando me está pasando algo del orden de lo emocional, es la manera
que conozco o la manera que encontré de atravesar algunos estados de ánimo, los
tristes y los felices también.
Antes creía que cuando uno está triste, no
puede escribir, que es necesario tomar distancia. Eso sostenía hasta que murió
mi mamá y escribí mi segundo libro de poemas “Intenciones de hablarte”. Me
descubrí escribiendo poemas acerca de ella, de lo que habíamos sido, de su
internación, de su partida y, para mi sorpresa, eran poemas duros que escribía
lentamente, con la necesidad de hacer de todo eso, algo bello. Afortunadamente,
fue poesía lo que nació y no catarsis.
-“Soñé que escribía un poema de los que ya no escribo, un poema
inesperado como son todos los poemas”. ¿Cuánto de espontáneo y cuanto de corrección hay en tu poesía?
-El comienzo de un poema es, si no siempre,
casi siempre espontáneo. Respecto de la corrección, tengo un límite. Si el
poema, ese mundo pequeño, necesita demasiados retoques, debe descartarse y
volver a ser escrito más adelante. Yo creo que con los poemas pasa lo que en el
psicoanálisis, lo que pide ser escrito no se olvida, vuelve. “Lo que no se
elabora, se repite”, decía Freud. Ese poema se repite hasta que logra ser bien
escrito.
-A la hora de sentarte a leer, ¿qué buscás en un poema?
-Busco que sea lo más cercano y sencillo
posible, no me gusta la poesía barroca, me gusta la poesía de Diana Bellessi,
por ejemplo, que cuenta que recorriendo las rutas de América Latina en un
momento se quedó sin plata y fue a parar a un hotel de citas. También busco que
sea así de humana y que me cuente, que tenga algo de narrativa en su
estructura.
-Y cuando escribís, ¿imaginás algún tipo de lector?
-Pienso que no porque si imagino al lector,
condicionaría qué decir y qué no y eso me parece que no es deseable.
-En los ´90 Fabián Casas decía que ya no quedaban lectores de
poesía que no escribieran sus propios poemas, ¿Hoy eso cambió? ¿Cómo ves el
panorama actual?
-La poesía es la pequeña voz del mundo como
dice Diana Bellessi. Es más difícil encontrar lectores de poesía que lectores
de narrativa. También hay muchos escritores de narrativa que no se acercan a la
poesía. No sé si pasa lo mismo con los escritores de poesía, en mi caso yo leo
de ambos registros y no hay uno que predomine sobre el otro. No sé si hoy eso
cambió, yo creo que no, que la poesía siempre fue un universo mucho más
pequeño.
-Siguiendo con cosas que dice Casas, hace un tiempo lo entrevisté
y él me decía que en nuestro país a nadie le importa un escritor. Teniendo en
cuenta este contexto nada alentador, por cierto, ¿cuál es el motor para seguir
escribiendo y publicando libros de poesía?
-El motor en mi caso es vital. Yo no soy si
no escribo. Puedo dejar de publicar, pero no concibo la posibilidad de dejar de
escribir.
-¿Qué poetas contemporáneos
recomendarías?
-A Diana Bellessi,
Alicia Genovese, Joaquín O. Giannuzzi, Olga Orozco y Héctor Viel Temperley,
entre otros.
Publicada originalmente en Revista Polvo, noviembre 2015.
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