Nando
Varela Pagliaro
Gonzalo Unamuno es autor de
los libros de poesía De otra luz
(2007), Distancia que nadie ocupará
(2011), del libro de relatos El vermú de
la gente bien (2009) y de la novela Acordes
menores para Marion Cotillard (2011). En estos días, Editorial Galerna
acaba de publicar Que todo se detenga
(2015), su segunda novela.
“La idea surgió hace unos siete años a raíz
de una necesidad que sentía de disparar contra todo. El proceso de escritura
fue de muchísimo esfuerzo. Escribí ese libro en un estado de total
involucramiento. Incluso lo grabé de punta a punta para trabajarlo desde la
oralidad. Le saqué más de cien páginas, lo di a leer a algunos escritores que
respeto. Lo pensé mucho. Y lo corregí, lo corregí, lo corregí”.
- Que
todo se detenga puede leerse como una novela generacional ¿Cuáles son
los riegos que se corren al hablar en nombre de una generación?
-Riesgo, -lo que yo entiendo por riesgo-, no
se corre ninguno. Es literatura. Puede pasar que arrogarse el hablar en nombre
de una generación te lleve a confrontar con algunos que discrepen, o bien que
estén parcial o totalmente de acuerdo. Pero eso es enriquecedor. No hay “coros
generacionales”. Lo que hay son individuos que hacen su aporte al tono general.
Si uno no puede hablar en nombre de su generación entonces no puede hablar de
nada.
-En una
entrevista en Télam dijiste que “los años 90 parieron una generación de
escépticos y de descreídos, por ende, de cagones, de temerosos” ¿Cómo imaginás
que va a ser la generación que parió el kirchnerismo?
-Más que imaginarla, está a la vista. Es una
generación mucho más involucrada, politizada y dispuesta a ir por lo suyo, a no
esperar nada de nadie. La generación que parió el kirchnerismo entendió muy
bien la lógica de la política, no se come el verso de que hay que estar al
margen, de que la política es un universo lleno de complejidades y que meter
los pies en el barro puede traer consecuencias nefastas. O hacés, vas al
choque, confrontás tu espacio, o te llevan de la oreja al campo de exterminio
que es el resentimiento. Eso es lo que entendió esta generación.
-Pablo
Ramos, un escritor que está dentro de la línea de los que te interesan,
tiene una anécdota muy graciosa con respecto al peronismo. Un día, Ramos estaba
en la escuela y por primera vez escuchó la palabra peronista. Entonces, apenas
llegó a su casa, le preguntó a su viejo: “papá, ¿qué es peronista?” Y él
padre le respondió: “lo que vas a ser de acá hasta que te mueras, si no querés
que te rompa el culo a patadas”. Vos que venís de una histórica familia
peronista, ¿tenés alguna definición que te haya dado tu viejo de lo que es el
peronismo?
-Mi viejo era un enamorado del peronismo a
quien el peronismo le “pagó” con diversos cargos y también le “quitó” con
muchos años de cárcel y de proscripción. Era un gran conversador de historia y
de política, que nunca daba definiciones tajantes como pueden ser “El peronismo
es esto, es lo otro”. Pero alguna vez dejó escrito: “Nada es tan acabadamente
argentino como el fenómeno peronista.”
-En un
ensayo que leíste en la presentación de Con el bombo y la palabra de Rodolfo
Edwards dijiste que "el peronismo está muerto o es pura
literatura", ¿realmente creés eso?
-En cierta medida sí. Hoy ser peronista no te dice nada. Las
pruebas están a la vista: no tenés partido ni sello de goma, ni existe
autoridad moral que te ponga o te saque la camiseta. Como “movimiento” es muy
difuso. Podés ser peronista y no militar, podés secundar a Macri en una
fórmula, podés haber pasado por ocho partidos previamente, podés haber
participado del saqueo de los 90 o haber sido de las tres A. Fijate que cada
disidencia, cada fuga de actores que tuvo el peronismo a lo largo de su vida
siempre estuvieron vinculadas a ese apropiamiento de la simbología tradicional.
Cuando vos tenés que justificar la autenticidad de algo es porque no la tenés o
no está claro que la tengas. Entonces, no la tiene nadie, no jodamos. No
estamos muertos, todo lo contrario. Somos pura literatura.
-“Hay
que cortar con Teresa Parodi, la memoria y el olor a Chori”, dice Germán
Baraja, el protagonista de Que todo se detenga. ¿Ese también es tu
pensamiento?
Ni ese ni casi ninguno de los pensamientos de
Germán Baraja son los que yo sostengo como Gonzalo Unamuno. Es un personaje y
hay que tomarlo como tal. Hace poco dije en una entrevista que en la Argentina
la “memoria” alcanzó una madurez extraordinaria para el país adolescente que
somos. Y me alegra que así sea, me llena de orgullo que tanto Néstor como
Cristina, desde el Estado, hayan respondido por las atrocidades que desde el
propio Estado se llevaron adelante contra la sociedad civil.
-En las
notas que te vienen haciendo e incluso en esta misma, se pone el foco en la
cuestión política, ¿Te sentís cómodo en ese lugar de “peronólogo”?
No me siento ni cómodo ni incómodo porque no
es un lugar que yo haya elegido ni creo que tenga. No me interesa ser
peronólogo. Entiendo sí que ser militante peronista de toda la vida me da
derecho, al menos, a referirme al tema. Por otra parte, cuando se me consulta
sobre peronismo es por asuntos estrictamente referidos a mi obra. Yo no ando
por ahí diciendo quién es peronista y quién no, porque me sientan de un
cachetazo. Pero tengo espalda para hablar del tema.
-“Soy
alguien que pudo haber alcanzado todo pero se preguntó qué es todo. Otro que
terminó en el más imperdonable de los errores: el de, aún con talento, no haber
hecho plata y peor, haberla dilapidado”, confiesa Germán Baraja. En tu caso,
¿qué lugar ocupa el dinero? ¿Cuánto interfiere en tus objetivos literarios?
El lugar que el dinero ocupa en mi vida es un
lugar muy simple. Gano lo suficiente para suplir mis intereses y mis
necesidades del momento: comprar libros, pagar las cuentas y los impuestos
comunes a todos, pasear con mi mujer por algunos cines y teatros, eventualmente
viajar, y algunos etcéteras de precios similares. Sí te digo que el dinero es
ajeno a mis intereses literarios. Por supuesto que si aparece, tanto mejor.
Pero, al menos por ahora, no interfiere de ninguna manera.
Publicada originalmente en Revista Paco, mayo de 2015.
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