Soy el que no pudo,
el que no se atrevió,
el que se quedó en la mitad del camino.
El que teniéndolo todo,
ni siquiera lo intentó,
el que tiró la toalla
apenas le inclinaron la cancha,
el que no supo ni sabe ser feliz,
el que por querer aprovechar el tiempo,
el tiempo se terminó aprovechando de él.
Soy el que todavía no sabe quién es
ni para qué vino al mundo,
el que nunca tuvo un dobermann,
ni hizo karate ni compró una puerta
en el Jardín de Infantes.
Soy, antes que nada, el hijo de la duda,
pero también el dueño de una sola certeza:
“soy el que miente y se miente frente
a una hoja en blanco”.
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