Por Martín Zariello
Los cruces entre el rock argentino y la literatura no son muchos, pero hay algunos casos paradigmáticos. El primer nombre que surge es el de Spinetta, que no sólo inició a toda una generación en el conocimiento de los “poetas malditos” ( a través de su emblemático Artaud), sino que, frecuentemente, hizo canciones (libremente) influenciadas por autores como Carlos Castaneda y el mismísimo Michel Foucault (entenderlo ya es complejo, no queremos imaginar cómo debe ser componer una canción a través de sus textos). Charly García, desprejuiciado, llegó a ponerle a un disco “Estaba en llamas cuando me acosté”, título de un texto de un libro de Autoayuda. También podemos recordar a Miguel Abuelo creando Los Abuelos de la Nada por una frase de Leopoldo Marechal, a Pedro Aznar musicalizando a Borges (no lo intenten en sus casas) y, por supuesto, La Biblia, de Vox Dei. Pero tal vez nunca antes hubo un proyecto tan pensado y llevado a cabo conscientemente como el de Hijos de Babel. Otros Mundo, su último disco, contiene diez canciones directamente inspiradas en diez textos de diez autores argentinos contemporáneos. Pero la cosa no se queda ahí. Cada uno de los autores colaboró con la propuesta y ofrecieron entrevistas colaboraciones conceptuales que se pueden ver a través del blog de la banda. Y en el mismo disco, como bonus track complementario, se puede escuchar a Fabián Casas, Abelardo Castillo, Juan Forn y Pablo Ramos, entre otros leyendo fragmentos de los textos que originaron los temas de la banda. En un tiempo en el que la lectura, a través de los distintos medios audiovisuales en boga, ha quedado relegada, tal vez no haya nada más rockero (en el sentido atávico del término) que leer un libro. Otros mundos aspira a que sus oyentes escuchen la música pero también a que se den un paseo por las bibliotecas. En un medio donde se acostumbró a una estética que apunta al reviente por el reviente mismo (últimamente ni siquiera para acceder a algún trip creativo), la de Hijos de Babel es una apuesta muy arriesgada que por suerte no cae en ninguna pose intelectualoide. Se trata de un trío de rock pop con la apertura necesaria como para recorrer distintos paisajes sonoros y la habilidad necesaria para adaptar a su lírica los diferentes mundos de los narradores elegidos: el desamor, la melancolía, el paso del tiempo, la tristeza, la bronca. El rock guitarrero de “Heridas abiertas” sirve como introducción a un disco que también recorre la balada de piano como principal acompañamiento en “Hijas del dolor” (inspirada en “Patrón”, de Abelardo Castillo). Un momento altamente emotivo del disco es “Viaje al fondo de mí”. El tema recrea el pulso cotidiano de “Veteranos del pánico”, texto de Fabián Casas, y adquiere gran fuerza con la voz invitada de Litto Nebbia. También se destaca la participación de Willy Crook en el tema recientemente mencionado y en “Jugar con fuego” (inspirado en “Balada de la primera novia, de Alejandro Dolina). El resultado es un disco inusual, que interpela al oyente, ya que lo obliga a escuchar diferente e invita a un viaje musical y nos sumerge en los imaginarios narrativos de algunos de los mejores escritores de la literatura argentina contemporánea. No sólo debe ser escuchado por el carácter original de su propuesta, sino por lo más importante: el encuentro con dos de los grandes bálsamos de nuestro itinerario en la Tierra: la música y la literatura.
Nota publicada en la Revista Power Music.
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