viernes, 19 de marzo de 2010

Abortos

"El aborto es un tema que irrita a mucha gente –y, más que nada, a gente con sotana: si los obispos parieran, el aborto sería sacramento, decía una amiga mía. Los mismos que soportan muy bien que haya chicos que se mueran de hambre o se maten de paco o agonicen de sida con tal de que no usen forros, no toleran que una mujer decida interrumpir un embarazo –porque es, dicen, un asesinato. La discusión entre morales podría llevar horas y no llevaría a ningún acuerdo. Pero más allá de las posturas que cada quien defienda, hay una realidad: más de mil mujeres abortan cada día en la Argentina y la gran mayoría lo hace en condiciones muy precarias –sin médico, sin asepsia, sin ninguna garantía. Por eso cada día se muere una mujer por un aborto mal hecho, y por eso –entre otras razones– hay mucha gente que pide que se legalice: porque hay pocos ejemplos más brutales de la desigualdad social. Una argentina de clase media o alta puede hacerse un aborto privado y clandestino con riesgos muy mínimos; una argentina de clase baja que decide abortar arriesga su vida. Legalizarlo e incluirlo en los programas de salud pública es la única forma de reparar esa injusticia. Y sería, incluso, útil para el sistema sanitario: cada día, casi doscientas mujeres llegan a hospitales públicos para paliar las consecuencias de un aborto mal hecho –y ocupan recursos que se podrían usar en otras cosas".
Acá, la nota completa de Martín Caparrós.

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