Nando Varela Pagliaro
A fines del año pasado, visitó el país el escritor y filósofo alemán Uwe Timm. El motivo de su visita fue la realización del ciclo “Memoria y violencia”, organizado por la Cátedra de Hermenéutica, el Programa Lectura Mundi y UNSAM Edita, en cooperación con el Goethe-Institut. En cinco jornadas extensas, el autor dialogó con escritores europeos y argentinos como Eva Menasse, Patricio Pron y Raquel Robles, entre otros. En consonancia con su visita, UNSAM Edita acaba de publicar Aves de paso, la última novela del escritor germano y una nueva edición de Tras la sombra de mi hermano, su libro más emblemático. En esta obra, Timm intenta comprender las razones que llevaron a su hermano, Karl-Heinz Timm, a alistarse en las SS con solo dieciocho años.
-Como muchos alemanes de su generación, recibió una educación muy rígida. ¿Cómo hizo para cultivar una mirada sensible teniendo en cuenta ese contexto?
-Esta sensibilidad fue justamente, la consecuencia de esa educación tan extrema, tan estricta. Yo estaba en desacuerdo con ese tipo de crianza por lo cual esa especial sensibilidad fue para mí una manera de rebelarme. De todas formas, lo que fue muy importante también para rescatarme fue la figura de mi madre, que tenía una serenidad y una alegría que la hacía excepcional. Ella fue realmente una madre amorosa.
-En las primeras hojas de Tras la sombra de mi hermano cuenta que tuvo que esperar a que murieran sus padres e incluso su hermana para atreverse a escribir esa historia. ¿Piensa en qué lectura hubieran hecho ellos de un libro como éste?
-Es una buena pregunta. Pienso muchas veces en eso: hubiera sido bueno que lo hubiesen podido leer. Quizás hoy podría decir que fue un error esperar a que murieran para escribir el libro, pero cuando empecé a investigar sobre toda la historia de mi hermano, no sabía si no iba a encontrar situaciones tremendas, atrocidades. Esperar a que murieran mi madre y mi hermana –mi padre ya había muerto un tiempo antes- era una manera de no tener que considerar o tener en cuenta las sensaciones o pareceres de quienes todavía estaban envueltos en esta historia de una manera tan personal y directa.
-Si bien su hermano es claramente el protagonista del libro, su padre también ocupa un lugar central en la historia de ambos. J. R. Moehringer, el autor de la maravillosa biografía de Andre Agassi dice que “todo hombre sin importar qué escriba, en algún punto escribe sobre su padre”. ¿Usted cree lo mismo?
-Es cierto que el papel de mi padre es muy importante en el libro, pero considero que en general la figura paterna es más importante en el caso de las hijas más que en el de los hijos. En mi caso, más que la figura de mi padre, valoro mucho más la de mi madre, que fue la que con su cordialidad y amabilidad me permitió abrirme a ese mundo de la sensibilidad del que hablamos antes.
-En Del principio y el fin, otro de los libros que editó la UNSAM, reflexiona sobre la creación literaria y entre otras cosas afirma que es fundamental que el escritor desconozca cómo terminará su historia. Siempre que se sienta a escribir, ¿son sus personajes los que deciden el rumbo a seguir?
-Cuando empiezo a escribir, no sé realmente donde va a terminar la historia. Los personajes desarrollan una dinámica propia, aunque sea una ficción. Tiene una lógica propia, porque no puede haber contradicciones severas, por ejemplo que un personaje de derecha se vuelva de izquierda. Al revés, sería todavía más difícil.
-Hablando de izquierda y derecha, leí que a partir de los movimientos estudiantiles de 1968 se vio influenciado para iniciar su carrera como escritor. Usted, que recorre universidades por distintos países, ¿ve que las nuevas generaciones tienen el mismo compromiso que ha tenido la suya?
-En la actualidad el compromiso social de las nuevas generaciones disminuyó. Seguramente hay gente que participa de manera activa y en pequeños movimientos, pero la mayoría de los jóvenes se encuentran concentrados en hacer carrera de una forma individual. Hoy en día se ve más una tendencia hacia el elitismo, una necesidad de apariencia, que seguramente pueda entenderse como una respuesta o reacción compulsiva hacia la amenaza constante de la sociedad en la que se vive. Se vuelve imperiosa la necesidad de distinguirse, inclusive hasta en la apariencia externa, en la forma de vestir. Lo interesante es que en los años que mencionabas, existía pleno empleo y hoy esa situación no es la misma. En este contexto, surge la necesidad actual de ser distinto, de diferenciarse ante el resto.
-Y en este contexto, ¿cuán importante es la mirada de un escritor?
-Es muy importante. Según mi manera de entender, el escritor debe ser una persona que pueda mirar a la sociedad de una forma crítica: un pensador crítico de su época, más aún en estos tiempos que corren.
-Volvamos al libro. El nazismo es un tema muy abordado por la literatura y sobre todo por la industria cinematográfica. ¿cuáles son los riesgos que se corren al estetizar el horror?
Es un trabajo de la memoria con el objeto de que no se repita. Para ello, debe ser reelaborado una y otra vez.
-En esta reelaboración continua, ¿cuánto queda de la cultura nazi arraigada en el pueblo alemán?
-La situación actual es realmente sorprendente. Yo no creí que iba a llegar a haber nuevamente un movimiento de derecha como el que está surgiendo ahora, a partir del ingreso de los inmigrantes refugiados. En Alemania, un quince por ciento de la sociedad es de extrema derecha, ya puede compararse perfectamente con el movimiento en Francia que tiene alrededor del treinta por ciento.
-Usted dice que “solo desde la memoria puede reconstruirse el origen”. ¿Cuál es la relación de su pueblo con la memoria?
-Es más bien una memoria crítica, en virtud de la historia que atravesamos. Si vamos al caso, el nacionalismo en Francia o en Inglaterra es más fuerte que en Alemania. Los movimientos racistas en Inglaterra alcanzan el cincuenta por ciento.
-Susan Sontag dice que “para que la reconciliación sea posible es necesario que la memoria sea defectuosa y limitada”, ¿está de acuerdo con su mirada?
-Es verdad porque no hay posibilidad de que la memoria sea absoluta, pero al menos sí debe servir para que se evite la repetición de las dictaduras, de los holocaustos y las matanzas. Asimismo, también es muy importante que ante esos casos exista una solidaridad a nivel internacional, y no solo en estos casos extremos, también debe comprometerse más la comunidad internacional con los países pobres. Sin ir más lejos, los países del primer mundo se abastecen y viven de los países pobres, por lo que la solidaridad para con ellos tendría que ser mucho mayor a la que ejercen en la actualidad.
-Y en países como la Argentina, ¿se puede construir un proceso de aprendizaje si todavía se sigue cuestionando el número de desaparecidos?
-Para que exista un aprendizaje, es necesario que se lleve a cabo una discusión continua y critica de la historia, más allá del número de desaparecidos.
Publicada originalmente en Revista Quid.
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