"Me pregunto si tener un hermano me habría curado de mi vocación melancólica. Patear la pelota en la cancha y que nadie me la devolviera, ¿definió mi personalidad? Esa patada tenía que ser juego y en cambio se volvía pregunta metafísica, metáfora de soledad. “La pelota que arrojé una mañana en el parque/ todavía no ha tocado el suelo”, dice Dylan Thomas. La vida entera está con uno, el niño que fuimos nos llega a la cintura, nos acompaña, somos él, mínimos, parados junto al adulto extraño que terminamos siendo. La pelota sigue en el aire."
Pedro Mairal.
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